Retroceden los gremios y negocian con Macri
Se esperaba, como adelantó este diario, una capitulación -aunque fuera temporal- de los gremios porteños frente a Mauricio Macri. Iban hoy a un paro caricaturesco, muy debilitados. Habían exceptuado de la medida a las colonias de vacaciones, los hospitales, los cementerios y la recolección de la basura. Quizás se darían cuenta los porteños de que con un paro del resto de los empleados municipales la vida sigue igual. Por eso cedieron los sindicalistas al admitir además que la gestión Macri revise todas las designaciones heredadas. No sólo los polémicos nombramientos de Jorge Telerman, denunciados por el macrismo como clientelistas.
El entusiasmo por haberles quebrado la muñeca a los gremios llevó a los macristas a anunciar que, además, revisarán licitaciones y contratos, en la presunción de que también hubo clientelismo o, peor, sobreprecios consentidos para beneficiar a algún bolsillo amigo. Son muchas las novedades en este terreno: Macri ha doblegado por ahora al poderoso gremio municipal y, además, a sus socios de la CGT de Hugo Moyano, que lo atacó a los alaridos el viernes en la Plaza de Mayo. También esta administración asume lo que sus adversarios no esperaban: que les arrebatase las banderas de la transparencia y la revisión de la virtud ajena, algo hasta ahora patrimonio del ARI y de algún frepasismo que cuando vio el sobre que buscaba salió corriendo.
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Para algunos «fue un diálogo de sordos», el de Macri y Genta, porque el gremialista insistió ante los medios con querer revisar la medida que dejó 2.300 cesanteados.
Hoy en la reunión de media mañana estará el ministro de Hacienda, junto a su colaborador Jose Oshrlalian, quien representa al Gobierno en paritarias, también el funcionario de Trabajo, Jorge Ginzo. Por la parte gremial llegarán el secretario adjunto de Sutecba, Patricio Datarmini, Amor y los sindicalistas Enrique Pistoletti y Gerardo Trovatto.
El Gobierno quiere ratificarles que «Macri no da marcha atrás» con los despedidos ni con la intervención de la Obra Social, pero está dispuesto a conformar una comisión conjunta para analizar la situación laboral de 18.000 empleados con contrato de empleo público, que quedan en el plantel porteño. Les concederán, sí, que los que están en edad de jubilarse lo hagan con el último sueldo, es decir que se incorporen las cifras no remunerativas, algo que ya se hizo durante la gestión de Aníbal Ibarra con los docentes de la Capital Federal. Además, en el gobierno de Macri están convencidos de que los sindicalistas se conformarán con la apertura de una carrera administrativa que los capacite para elevar el nivel de ingresos ascendiendo en sus funciones.
Sin embargo los gremios llevaránhoy otros planes. Aseguranque están dispuestos a reveer la situación de los contratados pero «de todos». Es decir, quieren que se vea también la de los 2.300 que Macri no cede. Además, comparten la iniciativa de un censo dentro de todo el staff estatal, incluida la planta permanente, los 120 mil empleados que incluyen a médicos y maestros, dentro de los cuales se calcula que hay centenares de docentes «en comisión». Y le pedirá también a Macri que «revise los contratos de locación de servicios». De esa modalidad aún no se ha hablado hasta ahora en la movida macrista. Se trata de aquellas contrataciones, dentro de los ministerios, de personas que brindan sus servicios mediante el cobro de honorarios en forma mensual y que generalmente son profesionales.
Lo que no estará en discusión es la intervención de la obra social sindical. Ese episodio, tanto de un lado como de otro, quedará reservado para la pelea judicial y legislativa.
Amor, ayer, tras anunciar que no habrá huelga hoy, aseguró que el gremio «estudiará caso por caso porque -según dijo- igual que el jefe de Gobierno, no es bueno que gente que no trabaja siga ocupando un puesto en el municipio. Vamos a discutir caso por caso. Todos debemos saber quién está trabajando y quién no, para estar enterados realmente acerca de la medida», agregó el sindicalista en un mensaje que explicará hoy a Grindetti de otra manera. La idea del gremio es que el gobierno «limpie de ñoquis» la administración, pero considera que si debe haber 2.000 cesantes «no necesariamente son del listado de la semana pasada».
El macrismo, sin embargo, quiere mantenerse firme en «no renovar los contratos de los que ingresaron el último año a la gestión».
La puja de escritorio mantendrá al sindicalismo arrinconado, conociendo que de no negociar hoy le queda apenas el intento de una nueva medida de fuerza que se debilita en vacaciones, en una temporada en la que Macri apuesta a que todo se diluye aceleradamente. Es una pelea que el macrismo considera que no puede perder, por eso coincidieron sin demasiados rodeos, fucionarios y gremialistas, para encontrarse hoy y sellar un pacto que le permita a Macri convivir con ese sindicato cuatro años de mandato.
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