14 de septiembre 2001 - 00:00

Una respuesta rápida no evitará una larga y agobiante batalla

Bruselas - Estados Unidos podría buscar una rápida y devastadora respuesta militar a los ataques del martes a sus símbolos clave de poder y dinero, pero enfrenta una larga guerra contra una nueva forma de terrorismo, dijeron expertos. «Los estadounidenses querrán responder rápida y duramente para satisfacer la necesidad pública de venganza y restaurar los mecanismos de disuasión, pero la pelea contra este nuevo terrorismo es una larga y agobiante batalla contra un enemigo escurridizo, sin forma de Estado», dijo un funcionario de la OTAN.

Diplomáticos en la sede central de la OTAN y de la Unión Europea (UE) en Bruselas dijeron que Washington se vuelca a sus aliados en busca de solidaridad política, cooperación práctica para combatir el terrorismo y, tal vez, para que participen en acciones militares.

«En esta nueva guerra, los estadounidenses estarán observando cuidadosamente quiénes son sus aliados y quiénes no lo son. Todos tendremos que colocar ahora nuestro apoyo detrás de Estados Unidos», dijo un diplomático de la UE.

Los expertos prevén un pronto ataque contra Afganistán si la evidencia señala al exiliado jefe guerrillero saudita Osama bin Laden como responsable del ataque, el peor desde 1941, cuando Japón bombardeó Pearl Harbor provocando el ingreso de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.

• Apuntando a Bin Laden

Steven Simon, director asistente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, dijo que todo apunta hacia la militancia islámica de Bin Laden, al-Kaida, aunque los investigadores aún no han podido descartar otras pistas.

«Un rasgo distintivo de este tipo de terrorismo es la obsesión por el alto número de víctimas. Lo que estos terroristas religiosos buscan es matar tantos enemigos como sea posible y humillar al enemigo atacando blancos simbólicos», dijo Simon.

«Los blancos, la naturaleza coordinada y sincronizada de los ataques, la búsqueda de muertes masivas y la fuerte audacia, por todas estas razones, él tiene que ser el sospechoso número uno», explicó.

Simon afirmó además que este tipo de terrorismo se alimenta en la radical negativa del mundo musulmán al dominio de la cultura y el comercio de Occidente a través de la globalización.

Dada la creciente brecha entre el mundo rico y globalizado, y la pobreza que reina en las naciones musulmanas como Afganistán, Pakistán, Egipto y entre los palestinos, no resulta difícil obtener nuevos reclutas que reemplacen a los «mártires» de la lucha.

Bin Laden ha prometido expulsar a Estados Unidos de su nativa Arabia Saudita, sede de dos de los santuarios sagrados islámicos, y del Golfo Pérsico.

«El que tu hogar se haya inundado no significa que no comprarás un seguro de incendio. Nadie será capaz de discutir en contra de medidas de defensa de cualquier tipo en este momento», dijo Simon. La Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) ha trabajado durante varios años sobre la vulnerabilidad de infraestructura clave (como la de los mercados financieros) al ataque terrorista.

Dominique Moisi
, director del Instituto de Relaciones Internacionales, de Francia, dijo que el mundo enfrenta un largo choque de civilizaciones desatado por el ataque del martes. «Hemos entrado en un nuevo mundo. No es la Tercera Guerra Mundial, es una lucha de otro tipo en la que la guerra es entre representantes del mundo occidental y terroristas», explicó. «Es una guerra de civilizaciones. Alguien quiere destruir al mundo occidental», dijo.

Desde que Estados Unidos se convirtió en superpotencia tras el fin de la Guerra Fría, los estrategas han advertido sobre una era de «guerras asimétricas» entre las potencias occidentales y los evasivos y poco sofisticados grupos terroristas.

Pero Washington sólo pudo convencer a sus socios mayores de trabajar sobre el contraterrorismo, en parte porque algunos gobiernos europeos difieren de la definición estadounidense en lo que es un terrorista, y otros creen que la política proisraelí los ha puesto en la mira de los radicales.

Las relaciones comerciales de naciones como Francia y Rusia con países catalogados por Estados Unidos de duros o parias, tales como Irán e Irak, también limitan las posibilidades de una acción conjunta.

Durante un encendido discurso en 1997, la ex secretaria de Estado norteamericana,
Madeleine Albright, pidió a la OTAN que identifique las amenazas del terrorismo y las armas de destrucción masiva. Pero, mientras la alianza estableció desde entonces un centro para reducir la amenaza de armas nucleares, biológicas y químicas, no tomó ninguna acción conjunta en torno al terrorismo.

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