20 de abril 2018 - 13:09
El cambio climático ya afecta la manera en que se alimentan mamíferos, aves y peces
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En Arizona (EEUU), el colibrí de cola ancha está teniendo problemas para coordinar sus tiempos con su principal fuente de alimento, el néctar de la castilleja, que modificó la fecha de aparición de sus primeras flores.
Durante el último cuarto de siglo también sufrió percances el zooplancton del lago Washington, ya que el fitoplancton del que se alimenta aparece 34 días antes, lo que afecta de modo directo los primeros eslabones de la cadena alimenticia.
En el Mar del Norte están perdiendo su coordinación (el desfasaje ya alcanza los 20 días) el período de crianza de los pichones de las aves marinas con el lapso de crecimiento de su plato principal, los peces anguila de la arena.
Por otra parte, las crías del caribú de Groenlandia, mamífero de la familia del reno, no tienen suficiente alimento luego de que las plantas de la gran isla modificaran sus regímenes de crecimiento.
Estos cambios no ocurren delante de nuestros ojos, por lo que nuevos informes serán fundamentales para arrojar más precisiones de sus impactos y conocer qué parte nos toca. "Incluimos tantos estudios de todo el mundo como pudimos, pero desafortunadamente no teníamos tantos de América del Sur con un marco de tiempo suficiente. Pero dado el patrón que detectamos en otros continentes, estimamos que ocurren los mismos cambios", razonó Kharouba.
¿Qué consecuencias traerán estos modificaciones sobre los ecosistemas? "Esa es una pregunta difícil de responder y en la que estamos trabajando ahora mismo. Aún no contamos con suficientes datos para decir con certeza cómo se verán afectadas todas las comunidades ecológicas", sugiere la investigadora. "Con la evidencia con la que contamos, sabemos que algunos pares de especies podrían verse afectados en procesos como la polinización, lo que produciría un efecto cascada en la cadena alimentaria", avizora.
En un futuro cercano, los desencuentros entre el fitoplancton y el zooplancton analizados en el lago Washington afectarían a pequeños peces, estos a su vez a otros más grandes y el golpe al ecosistema oceánico podría impactar en un negocio tan rentable y vital para muchos países como la industria pesquera. Así, si no reducimos la velocidad del cambio climático y acrecentamos la protección de las especies y sus hábitats, los estudios con los que contamos preanuncian momentos difíciles, no solo por su impacto en los ciclos naturales sino también sobre la economía.
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