17 de marzo 2023 - 00:00

“Asfixiados”: escenas de un naufragio conyugal

Diálogo con Julieta Díaz y Leonardo Sbaraglia, protagonistas de la película de Luciano Podcaminsky que se estrena en salas de cine el jueves próximo.

asfixiados. Julieta Díaz y Leonardo Sbaraglia, el matrimonio en crisis.
asfixiados. Julieta Díaz y Leonardo Sbaraglia, el matrimonio en crisis.

“Siempre voy a defender ver cine en el cine, pero a esta altura no sé adónde va lo que filmo”, dice Leonardo Sbaraglia, protagonista de “Asfixiados”, junto a Julieta Díaz, Marco Antonio Caponi y Zoe Hochbaum, dirigida por Luciano Podcaminsky, que se estrena el jueves próximo en cines y luego seguirá camino hacia las plataformas con distribución de Disney a través de Star Plus. Dialogamos con Sbaraglia y Díaz.

Periodista: ¿Cuánto saben los personajes sobre lo que les pasa en esta historia, y qué les pasa en realidad?

Julieta Díaz: Es una pregunta freudiana. Ella sabe que necesita conectar con su marido y no puede. Aprovecha para hacer la suya, porque está enojada o se siente sola. Eso sucede en las parejas de muchos años y ayuda a respirar un poco, para esquivar “la charla”. El personaje de Nacho es muy narcisista aunque en el pasado han conectado y fueron una linda pareja. Siempre es interesante enfocar a los personajes en las crisis y tormentas. Es una metáfora potente y sencilla, acá se los ve en medio de una tormenta eléctrica y en el mar. No estamos acostumbrados a este tipo de películas en la Argentina, con la jugada de meter a cuatro personajes en un barco en altamar, a los gritos y a la vez incomunicados.

Leo Sbaraglia: Mi personaje es un energúmeno, una bestia noventosa, ególatra, es un tipo que sigue una estructura y va para adelante como un tren sin mirar a nadie. Cree que sus objetivos y estrategias son las que van. Está todo el tiempo negando al otro y hay algo de bullying. Algo que por suerte está en crisis. Entré a la película porque me interesó el personaje, expresa algo muy arquetípico, lo masculino, el éxito, el dinero y empieza a darse cuenta de que está enredado en su laberinto. Esta relación de pareja de 24 años se pone en crisis, se miran y no saben cómo empezar a tocarse.

P.: ¿Cómo es el contraste con la pareja joven?

J.D.: Se espejan con la pareja que recién empieza, aunque en ellos resalta la pasión, no se conocen, no llegaron a ver las miserias del otro pese a las que uno a veces dice “igual me quedo”. Hay grises y lo que pasa con los vínculos es un berenjenal, por eso es tan difícil desarmarlo. A veces las cosas son más complicadas. El tema de los vínculos es muy apasionante.

L.S.: Esta pareja está muy agarrada de cosas que no se animan a soltar, sin embargo ella empieza a mirar un poco para otro lado, quiere viajar, y él no se puede mover. Ese movimiento de ella hace que todo entre en crisis mientras el cree que lo van a abandonar y no lo va a querer nadie. La generación joven tiene algo de maleable y está a medio camino entre las generaciones del pasado y las del futuro. La mujer más joven tiene otra cabeza, otra manera de pensar, su arte se expresa de muchas maneras y en parámetros que no son los del éxito y el fracaso.

P.: ¿Qué le atrajo del proyecto?

L.S.: Lo que más me gusta es el dispositivo actoral que se genera, con cuatro personajes en un barco. Se podría hacer también en un teatro y que se sostenga. Fue bueno el trabajo, cambiábamos el guión mientras filmábamos, con el guionista al lado, él iba tirando chistes, lo mismo el director, y yo iba agregando.

P.: ¿Qué más cuenta la película en relación a los vínculos?

J.D.: Hay una obsesión por entender el vínculo de la pareja, todos quieren ir a ese lugar y hay algo apasionante ahí donde aparecen los vínculos primarios y el sexo, que es en el único propio de esa relación y es animal. Hay algo de lo erótico que se mezcla, el ego, la fantasía de la media naranja, la completud, uno le exige a la pareja que sea amante, amigo, padre, mamá, se le pide todo, demasiado, no se le pide tanto a otros vínculos, a diferencia de los amigos.

P.: Será por eso que la gente se separa tanto.

J.D.: Hay algo generacional, tengo 45 años, pasé del analógico al digital y el formato de la pareja que cambió. Nos sigue tirando la monogamia por mandato y está probado no funciona. Y las nuevas generaciones son lo opuesto y también la pasan mal porque están obligados a abrir y se preguntan si cerrar. No se pueden enamorar porque si quieren estar solo con uno quedan como antiguos.

P.: ¿Cómo eligen el proyecto en formato cine en la era de las plataformas?

J.D.: Me gusta saber que la película estará primero en cines y luego en plataformas, me alivia. Festejo a las plataformas pero que no coarten la posibilidad de hacer cine y seguir filmando, que el INCAA esté fuerte, protegido, ordenado, que nuestro cine haga el recorrido que tenga que hacer. Quiero cuidar al cine, ir es apasionante, porque necesito ver en pantalla grande. Veo mucho en la computadora pero no es lo mismo ver Avatar o una argentina en el Lorca o el Gaumont. Y que el público sepa que si quiere ver una película argentina es muy importante la primera semana para que siga en cartel porque sino tal vez la levantan.

L.S.: Hice “Errante Corazón” llegó la pandemia y por suerte HBO la puso en su plataforma. El otro día en España en un festival, en una charla con los Trueba, contaban que el hijo había visto diez veces “Jurassic Park”. Pero que cuando la vio en el cine no pudo terminarla porque le dio mucho miedo. El cine es una experiencia grupal, para debatir, para atemorizarse, para divertirse y para sufrir

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