4 de marzo 2002 - 00:00

Bush, acorralado por los aranceles del acero

Bush, acorralado por los aranceles del acero
La siderurgia ha puesto al presidente George Bush entre la espada y la pared, y podría detonar una bomba política. Entre hoy y mañana debe decidir si cede a las presiones de las usinas locales y de los trabajadores, o a las de los principales exportadores como la UE, Japón, China, Corea del Sur y Brasil.

Empresas y sindicatos quieren un aumento de hasta 40% en los aranceles para las importaciones de productos siderúrgicos, para proteger la industria local.

En términos de las aspiraciones políticas de los republicanos, la decisión que adopte Bush puede ser determinante para las elecciones legislativas de noviembre y las presidenciales de 2004. Debido a la influencia de este electorado.

De esta forma Bush está acorralado entre las reivindicaciones proteccionistas de los side-rúrgicos y el credo favorable al libre comercio de su administración.

Las voces en contra de subir aranceles no sólo se alzan desde Europa, Asia y Latinoamérica (recuérdese que la Argentina fue excluida de la lista de exportadores desleales), sino también desde EE.UU. porque alertan sobre el impacto que tendrá en los precios internos.

• Represalias

Pero además si Bush favorece a la industria local, considerada poco competitiva a nivel mundial, podría desatar una ola de represalias comerciales como ya lo advirtiera el delegado de Comercio Exterior de la UE, Pascal Lamy, quien amenazó con imponer salvaguardas en el marco de la OMC. Es más, la semana pasada comenzó a tejerse una alianza estratégica entre Brasil y la UE contra el proteccionismo americano en la OMC.

En EE.UU. estiman que la suba de aranceles costaría
86.000 empleos en las empresas consumidoras de acero, que representan 13 veces el número de empleos en la industria siderúrgica que se quiere preservar.


La Casa Blanca, más proclive a aumentar entre 20% y 30% los aranceles a las importaciones de acero, busca simultáneamente un acuerdo internacional para eliminar el exceso de producción en el mundo y el exterminio de los subsidios.

Sin embargo, el temor de los países exportadores de acero es en relación con el excedente internacional que sería provocado por las restricciones norteamericanas, que amenazaría la competitividad industrial mun-dial.

En el marco de la llamada Sección 201 de la legislación comercial estadounidense de 1974, el presidente tiene poderes para imponer aranceles punitivos a las importaciones que se pruebe hayan dañado a alguna industria nacional.
El plazo para actuar se vencerá el próximo miércoles.

El pasado mes de diciembre, la Comisión Internacional de Comercio Estadounidense (USITC) le recomendó a Bush imponer aranceles de 20% en algunas importaciones extranjeras, pero algunos miembros recomendaron impuestos de hasta 40% en algunos productos, y otros la aplicación de cuotas.

La siderurgia estadounidense está actualmente moribunda, con una veintena de grupos a punto de quebrar, y uno de los problemas más graves es la incapacidad de las empresas de enfrentar en los próximos años el pago de las jubilaciones de más de 80.000 obreros. Las principales usinas le han pedido al gobierno que asuma los costos de salud y retiro de los trabajadores, estimado en 13.000 millones de dólares.

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