Mundial fútbol playa: batalla campal en derrota de Argentina
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Cuatro minutos después, sin embargo, el uruguayo Miguel, en una aparente violación a las reglas del juego limpio, estrelló en el poste argentino un balón que tendría que haber devuelto al portero Salgueiro.
Como el portero salió del área para buscar el balón que supuestamente le pertenecería, el árbitro sancionó una falta, que el uruguayo Ricar aprovechó para empatar el resultado.
Desde ese momento una serie de empujones, provocaciones, faltas y peleas en el banquillo interrumpieron el partido.
El árbitro incluso tuvo que expulsar al técnico argentino, Héctor Pedraza.
Las cosas se agravaron aún más cuando Uruguay, incentivado por los gritos de los hinchas brasileños y a pocos segundos del final del partido, convirtió en su segundo gol el cobro de otra falta.
Irritados, los argentinos comenzaron a perseguir a los uruguayos por toda la cancha y dieron inicio a una pelea campal que obligó al árbitro a ponerle fin al partido.
La pelea se extendió a las tribunas y a las salas administrativas, adonde los uruguayos corrieron para protegerse de los ataques y hasta del lanzamiento de sillas.
Miguel, cuya supuesta actitud antideportiva provocó todos los problemas, llegó a ser acorralado y golpeado antes de refugiarse en la enfermería.
"Fue una reacción natural (de los argentinos) a una jugada que no tenía por qué haber ocurrido", reconoció el uruguayo Parrillo.
"Lamentamos que haya sido así, pero en fútbol las cosas a veces ocurren así", agregó Ricar.
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