14 de mayo 2007 - 00:00

San Lorenzo y River aburrieron en un clásico para el olvido

Nada cambió. La decimotercera fecha creó muchas expectativas que no se cumplieron porque los cuatro equipos que están peleando la punta empataron sus partidos. El sábado Estudiantes no pudo derrotar en La Plata a Vélez, que le empató con un gol de Ocampo cuando faltaban 12 minutos. En el clásico, San Lorenzo no pudo aprovechar la ventaja de tener un hombre más durante 85 minutos y empató sin goles con River en un partido soporífero y Boca, conociendo los resultados de los demás, se complicó ante Arsenal y terminó salvando un empate con un gol de cabeza de Riquelme. Por eso, San Lorenzo le sigue llevando tres puntos a Boca y a Estudiantes y seis a River. Hubo novedades en la otra punta, donde Belgrano salió del descenso directo al ganarle a un casi condenado Quilmes y entró Nueva Chicago con su empate ante Gimnasia y Esgrima La Plata.

Oscar Ahumada y Santiago Hirsig pelean por la pelota en la mitad de la cancha. En el clásicosobró lucha y faltó juego.
Oscar Ahumada y Santiago Hirsig pelean por la pelota en la mitad de la cancha. En el clásico sobró lucha y faltó juego.
Prometían un encuentro con muchos matices, pero San Lorenzo y River defraudaron con un pobre espectáculo que se desnaturalizó de entrada con la violencia desmedida (ver aparte) con que encaró el partido el equipo de Daniel Passarella y con la impotencia de los locales para superar a un rival que, con un hombre menos desde los 5 minutos, se defendió con mucha gente en su campo.

Es cierto que los dos equipos tenían ausencias notorias ( Silvera y Jonathan Bottinelli por el lado del que dirige Ramón Díaz y Belluschi, Farías, Rosales y Tuzzio, entre otros, en el de Daniel Passarella), pero eso no justifica la falta de imaginación y talento que presentaron los 22 protagonistas (aunque Galván haya durado apenas 5 minutos).

San Lorenzo nunca pudo aprovechar el hombre que tenía de más, porque lo desperdició en defensa, donde con cambios (Adrián González entró por Voboril antes de finalizar la primera etapa) siempre mantuvo la línea de cuatro, por lo que en campo contrario siempre estuvo en inferioridad numérica.

River «hizo su negocio». Golpeado físicamente y con un jugador menos arriesgó lo mínimo posible. Ortega bajó a la mitad de la cancha para tratar de sostener la pelota en la zona y quedó solo arriba el colombiano Falcao García para intentar algún contraataque.De los defensores, el único que alguna vez cruzó la mitad de la cancha, en algo parecido a una excursión ofensiva fue Paulo Ferrari, y los demás se dedicaron a defender y a sacar la pelota hacia adelante, a veces sin mucho estilo, pero con efectividad.

San Lorenzo apostó a la sociedad entre Lavezzi y Gastón Fernández para que con su habilidad desequilibraran, pero los dos delanteros quedaron distanciados entre ellos y muy lejos de los mediocampistas, por lo que terminaron en jugadas individuales que casi siempre fueron improductivas.

Apenas un remate de Lavezzi que controló Carrizo, después de un desborde por derecha y un remate de Gastón Fernández que hizo lucir al arquero fueron los tenues acercamientos ofensivos de un equipo que no encontraba los espacios ante un rival cerrado.

Lo mejor del partido fueron los últimos 10 minutos por cansancio de River y entusiasmo de San Lorenzo. Allí se generaron las mejores situaciones de gol, entre ellas un remate de Gastón Fernández que rebotó en el travesaño, pero no alcanzaron para cambiar una historia que parecía escrita desde el primer minuto. Dos técnicos que proponen el fútbol ofensivo renegaron de sus principios y fueron tan cautos que aburrieron.

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