24 de febrero 2004 - 00:00

Cupones Bursátiles

Por fin... habrá que cambiar el saludo. Y ensayar uno de «¡bienvenidas, babies!». Esto, por si algún lector no se ha enterado, en función de incorporaciones a las diezmadas nóminas accionarias. Y así como se acaba de perder a una Atanor, existirá una compensación con creces: vienen tres. La de más peso y popularidad indudablemente que es Aerolíneas Argentinas (esperemos que también, sea de gran vuelo). Junto a ella, Autopistas del Sol y una tercera: a quien se difundió como una cadena de supermercados de «cuatro letras». Quizás sería para ponerle «coto» al entusiasmo desmedido que se quiso mantener en la incógnita la razón social. Lo bueno, para seguir por el flanco de lo positivo, es que incorporan otros renglones al menú de alternativas. Obviamente, no existe otra línea aérea cotizante. Respecto del rubro de las autopistas, se cuenta con la que es Concesionaria del Oeste. Respecto de la tercera opción, existe ya otra cadena de supermercados aunque queda tapada por un nombre que le viene de lejos, pero que ha cambiado de objetivos: la Patagonia, que posee una muy extensa cadena de locales en el sur del país. Y cabe agregar a una pionera en el tema, García Reguera, que todavía aparece como «grandes tiendas» si bien es del mismo palo. Se incorporan patrimonios, capitalización bursátil, nuevas alternativas y posiblemente puedan actuar de «llamadores» -como los buenos jilgueros cantores-a ver si otras deciden dar el paso.
 
No poseemos los antecedentes inmediatos de sus respectivos estados actuales, después del grave desastre en la economía nacional. Pero cabe suponer que la intención sea participar activamente en la vida bursátil diaria: y no solamente tratar de colocar una parte del capital, hacerse del dinero de esa oferta pública y, después, quedarse inerte en los paneles. Casos de ésos se pueden contar unos cuántos en estas décadas. Y que también ingresen teniendo en claro que la oferta pública es un asunto muy delicado, que el inversor de la minoría debe ser respetado, y que cambia totalmente la vida de los que eran «grupos cerrados». Deberán no solamente colocar en una vidriera sus números y actos, sino también otorgar explicaciones de la marcha empresaria, a los accionistas que quieran indagar más que lo que se envía. En todo caso, es un logro para las autoridades de la Bolsa de Comercio, haber podido quebrar esa secuencia infernal de deserciones permanentes y sin incorporaciones.

En estos momentos es probable que exista el terreno esponjoso necesario para asimilar esas colocaciones, y si se las realiza con un pie en la tierra y dando un valor realista a las acciones. Hay capital institucional disponible, carteras de gran porte, las que venían integrándose siempre con los mismos nombres. Se abre el juego, y se ceba el sistema: que, por lógica, reclama que más empresas vengan. Por caso, las privatizadas -como Edenor o Edesur-donde se contemplaba que fueran a cotizar a la Bolsa.


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