Periodista: No se suponía que fuera así. Las tasas de interés iban a bajar. Y el 18 de septiembre, la Fed recortó las suyas en medio punto. Como para no dejar dudas. Pero las tasas largas tenían otros planes. Deprisa, y sin pausa, ya treparon más de medio punto desde entonces.
Diálogos de Wall Street
¿Los mercados están desafiando la baja de tasas de la Fed? ¿O cómo se entiende la suba constante de las tasas largas, Gekko?
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Gordon Gekko: Si considera el mínimo de la tasa de 10 años el día antes de la reunión de la Fed y el máximo de hoy, 4,22%, es un aumento de 60 puntos base.
P.: Es un viaje imprevisto.
G.G.: No del todo. La baja de la Fed fue muy agresiva, cocinada de apuro en el período de veda informativa que rodea a cada reunión. La primera reacción fue preguntarse si algo se había roto y no lo sabíamos. Pero, la Fed fue muy enfática. Y sobre todo la data posterior. La economía goza de muy buena salud. Eso es perfectamente compatible con una suba de las tasas largas. Y con una curva de rendimientos que eleva su pendiente.
P.: Y su magnitud, ¿tiene precedentes?
G.G.: Es inusual, pero tiene antecedentes. En 2001 y 2003, las tasas largas respondieron en alza más pronunciada todavía. 87 y 103 puntos base, respectivamente.
P.: Quizás debí preguntarlo antes. ¿Esto es bueno o es malo?
G.G.: Si la Fed baja las tasas cortas y las tasas largas suben, el primer mensaje es que no hay moros en la costa. Nos dice que no estamos al borde del abismo. Que la Fed no corre detrás de los hechos. En noviembre de 2001, por caso, estábamos en recesión, y allí se le ponía sagazmente el broche de oro (algo que se supo después). Una suba de tasas largas potente, en el medio de una recesión, es como la declaración rotunda de un punto de giro.
P.: En 2003, si no me equivoco, fue la última baja de tasas.
G.G.: Tal cual. Y teníamos una expansión vigorosa por delante, que duró hasta diciembre de 2007.
P.: En ese sentido, entonces, es un hecho positivo. ¿O no?
G.G.: Sí, los mercados no ven una recesión a la vuelta de la esquina.
P.: Claro que eso no es una novedad a esta altura.
G.G.: No se crea. La canasta de indicadores líderes volvió a marcar una retracción económica en su última lectura. La curva de rendimientos sigue invertida. Y veremos mañana (por este miércoles) que nos sugiere el Libro Beige, que tanta influencia tuvo en la decisión de Jay Powell de arriar a sus colegas para que votasen una rebaja de medio punto aun cuando no estaban muy convencidos.
P.: Es bueno para mantener a raya la legión de pronósticos fallidos de recesión.
G.G.: Imagínese si las tasas largas hubieran caído 60 puntos base en vez de subir.
P.: Entiendo. Pero, también están trepando las expectativas de inflación, ¿o me equivoco?
G.G.: Está en lo correcto.
P.: No hay moros en la costa de la recesión, ¿habrá alguno en la otra orilla, del lado inflacionario?
G.G.: La Fed está segura que no. Los bonos pareciera que tienen alguna duda.
P.: ¿Y usted qué cree?
G.G.: Que no lo hay, pero que la Fed debería tomarse una pausa en la reunión de noviembre. Y de paso apaciguar así cualquier sospecha.
P.: ¿Aunque la inflación se mantenga calma?
G.G.: El tema son las expectativas más que la inflación en sí. De los 60 puntos base que escaló la tasa larga, 24 corresponden a un aumento de la tasa de interés real. Esa es la fortaleza creciente de la actividad.
P.: Y el remanente, ¿es un salto de la prima de inflación?
G.G.: El remanente es una bolsa de gatos, donde también están las expectativas de inflación. Pero no es lo único. Fíjese, y verá una larga lista de preocupaciones que han salido a la superficie.
P.: La deuda récord del Tesoro, el déficit fiscal que creció 8% en el ejercicio que terminó en octubre, con una economía vibrante y en pleno empleo.
G.G.: Acabo de escuchar a Paul Tudor Jones, un veterano trader de futuros, diciendo poco menos que nos espera la bancarrota después de la elección.
P.: Los discursos de campaña, por cierto, no desalientan esos temores. ¿Podemos pensar que la suba de las tasas largas también nos señala que la incertidumbre electoral está, por fin, pasando factura?
G.G.: Son muchos factores, como ve, los que están en danza. El New York Times, por ejemplo, desliza la versión de que Jamie Dimon, el CEO de J.P. Morgan, podría ser el secretario del Tesoro de Kamala Harris.
P.: Ni Dimon ni J.P. Morgan dijeron esta boca es mía.
G.G.: Desde ya. Pero es un dato de que la campaña demócrata también registra una inquietud del electorado por este tema. Para analizar mejor que hay detrás de esta suba de tasas no hay más remedio ahora que dejar que se defina la contienda política. Y en esa línea es que también me parece que la FED debería dar un paso al costado en noviembre. Y, en todo caso, volver a actuar en diciembre teniendo un panorama más claro a mano.
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