¿Hacía dónde apuntar las expectativas? Resultaba esto el enigma -repetido- de inversores, que veían pasar como una película de terror los renovados enfrentamientos, los malos diagnósticos y los pronósticos agoreros, que incluían ahora al mismísimo viejo zorro de Alan Greenspan. Quien aprendió a entender su idioma, sabe que lo que hizo el titular de la Fed resultó casi un bajar el pulgar y aprontarse para esperar: en qué momento estallará el Cono Sur, a partir de nosotros. Habló de una región que se vería en serios problemas de contagio, pero ésta pareció resultar la secuela del viaje de Cavallo al norte ¿Fue a pedir dinero, o fue a pedir que vinieran mensajes de ultimátum para forzar y presionar situaciones?... Otro enigma, pero es dable recordar que sus excursiones durante el Plan Primavera trajeron el terremoto detrás.
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Se disolvió el buen trayecto de un par de semanas fuertes, volvimos al gran pozo incierto, arrecian las versiones y el recinto se despidió el viernes sabiendo de una reunión en Olivos, donde «se anunciarían medidas...».
Más confuso que nunca, el ambiente tenía el fin de semana para recapitular, sabiendo que lo único en firme era el horario de rueda hasta las 18 -a partir de hoy- que es lo único que hace parecer Buenos Aires a Wall Street.
La merma de casi 3 por ciento en que nos movimos el viernes, fue resumen de una semana que se encogió de agua y frío, a medida que se sucedían los hechos.
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