28 de abril 2021 - 00:00

Diálogos de Wall Street

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Periodista: Nadie espera que la Fed cambie de postura. Una economía efervescente hubiera sido motivo para aplicar paños fríos en otro momento, hoy es lo que la política monetaria busca como objetivo. No se aprobó un paquete fiscal de 1,9 billones de dólares con tremendo esfuerzo en el Congreso para que la Fed, un mes después, aborte la operación.

Gordon Gekko: Está clarísimo...

P.: Sin embargo, la reunión del banco central, y la conferencia de prensa de Jay Powell, concitan una gran atención. ¿Qué es lo que los mercados ven de interesante?

G.G.: Con Powell nunca se sabe, es un orador que no ajeno al tropiezo en la comunicación, a provocar efectos no deseados con su palabra.

P.: No dura mucho...

G.G.: No, pero es reincidente. Y la coyuntura –tan recargada en todos sus aspectos, desde el crecimiento de la actividad hasta las presiones de costos y de precios– se presta al malentendido. Hay una obsesión con el “tapering”, con el recorte de la compra de activos por parte de la Fed (que suma 120 mil millones de dólares por mes). Si bien sabemos que no figura en la agenda inminente, ni siquiera en una lista de tareas cercanas, el mercado duda, cree que sí, que la Fed no podrá abstenerse mucho tiempo sin podarlo. Es un tema que cuando se lo explica es propenso a generar confusión. Y puede levantar polvareda.

P.: En definitiva, si la reunión hace ruido, será una falsa alarma.

G.G.: Los mercados mostraron la semana pasada, cuando se conoció el borrador de aumento de los impuestos personales, que están inquietos. Primero fue por las tasas largas; ahora los impuestos; mañana, quién sabe. Es más un problema de digestión del propio avance que la reacción a una amenaza externa. Los hedge funds y los inversores institucionales achicaron posición.

P.: ¿Y quién sostiene la suba? Porque no hay retroceso que no encuentre compradores con mucha rapidez.

G.G.: El dinero “inteligente” hoy es el de los inversores minoristas.

P.: Sí, ya lo vimos en GameStop.

G.G.: Le guste o no.

P.: Hace tres semanas que las tasas largas cancelaron su rebeldía. Dejaron de agredir.

G.G.: Hoy (por ayer) hubo una subasta de bonos del Tesoro a 7 años.

P.: El plazo fatídico...

G.G.: Y se distribuyó de manera espléndida. En ese frente, la tregua está instalada. Se la tironea pero no se rompe.

P.: Es que los mercados compran la tesis de la Fed.

G.G.: Es tan simple como eso.

P.: O sea, ven una economía briosa y una inflación al tono. Sólo que la expansión es permanente y la inflación, apenas un fenómeno temporario. Jeff Gundlach, el gurú de los bonos, nos dice que la Fed está “adivinando”. ¿Nos engaña como a chicos?

G.G.: Gundlach también está adivinando.

P.: Bueno, pero él lo admite. Dice que no se puede saber si se trata o no de un desliz puntual. La inflación, esta vez, puede llegar para quedarse. Y es evidente que presiona por emerger de todos lados.

G.G.: Ese es el examen que los mercados tienen que tomarle a la economía. Sabemos que en la actualidad, basta mirar las pizarras, lo dan por aprobado. Pero la inflación es un proceso. Aprobó el parcial de abril con las cifras de marzo. En mayo habrá mesa para rendir de nuevo. Y las condiciones serán más exigentes. La economía acelera. Tensa más la cuerda.

P.: ¿Cree que Gundlach tiene razón?

G.G.: Creo que no. Pero nos podremos llevar un susto igual. ¿Quién garantiza que las lecturas de inflación no pisen la banquina aun cuando el proceso esté bien anclado? Gundlach cita la inflación de los commodities y no exagera con los números. Pero son precios muy flexibles. Ya lo vimos con la experiencia de la crisis de Lehman. El barril de crudo llegó a valer 130 dólares. Y poco tiempo más tarde, 30. Los precios de las materias primas volaron con la expansión cuantitativa de la Fed pero, después de ensayar el QE2, ya estaban de capa caída. No se enteraron del QE3. El proceso de inflación subyacente no se alteró demasiado. ¿Quiere agregarle suspenso a la Gundlach? Nunca la Fed se jugó tanto al fleje.

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