Los mercados permanecen muy atentos a la nueva tensión geopolítica que se ha desatado tras el ataque de Hamás a Israel y una declaración de guerra que sugiere podría durar mucho tiempo. Los riesgos que entraña esta situación hacen que los inversores permanezcan atentos desde la cautela, y, como dicen los expertos ,“el polvorín siempre humeante ha vuelto a encenderse”. Ahora bien, cómo se comportarán los mercados es la pregunta del millón.
Mercados y guerras: ¿qué dice la Historia?
El estallido entre Palestina e Israel puso en cautelosa alerta a los inversores. ¿Qué pasó con los activos financieros en otros eventos similares? Comprar cuando todos venden, a veces no suele dar resultado
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Aunque todas las guerras son obviamente diferentes, hay una serie de ejemplos históricos que pueden servir de guía, y si bien hay un dicho en el mercado que dice que uno debe comprar cuando los demás tienen miedo, esto suele ser cierto, pero no siempre. Un comentario al margen para discernir la “locura” que se está viviendo en el mercado argentino: el shekel israelí perdió ayer más de un 1% (3,9 por dólar su nivel más bajo en casi 8 años) mientras que el dólar blue ya trepó, sin guerra, un 15%. Veamos entonces qué suelen hacer los diferentes activos en medio de un conflicto geopolítico.
Las acciones, históricamente, los ignoran en gran medida. Por graves que hayan sido las escaladas, la experiencia previa demuestra que, por ejemplo, el impacto en los fundamentos de la economía de EE.UU. o en los beneficios empresariales fue muy limitado. Desde el comienzo de la II WW en 1939 hasta su final en 1945, el Dow Jones subió en total un 50%, es decir, más de un 7% al año. Así pues, durante dos de las peores guerras de la historia moderna, el mercado bursátil estadounidense subió un 115% en conjunto.
Sin embargo, la relación entre las crisis geopolíticas y el rendimiento de los mercados no es tan sencilla como parece. “En 2015, investigadores del Instituto Suizo de Finanzas analizaron los conflictos militares estadounidenses posteriores a la IIWW y descubrieron que, en los casos en los que hay una fase prebélica, un aumento de la probabilidad de guerra tiende a disminuir los precios de las acciones, pero el estallido final de una guerra los aumenta. Sin embargo, en los casos en que una guerra comienza por sorpresa, el estallido de una guerra disminuye los precios de las acciones...”, explica el economista jefe del grupo suizo Mirabeau, John Plassard. A este fenómeno lo llamaron “el rompecabezas de la guerra” y afirmaron que no hay una explicación clara de por qué las acciones aumentan significativamente cuando estalla una guerra tras un preludio.
“En los últimos años, los mercados han estado condicionados a no reaccionar de forma exagerada ante las conmociones políticas y geopolíticas por dos razones: en primer lugar, la creencia de que no habría una intensificación posterior significativa de la conmoción inicial; y, en segundo lugar, que los bancos centrales estaban preparados y eran capaces de suprimir la volatilidad financiera”, señala Plassard.
Además, Armbruster Capital Management estudió el periodo comprendido entre 1926 y julio de 2013 y descubrió que la volatilidad del mercado bursátil era en realidad menor durante los períodos de guerra. Intuitivamente, cabría esperar que la incertidumbre del entorno geopolítico se reflejara en el mercado bursátil. Sin embargo, este no ha sido el caso, excepto durante la Guerra del Golfo, cuando la volatilidad estuvo más o menos en línea con la media histórica.
Al respecto, los estrategas del Deutsche Bank muestran que los acontecimientos de este tipo suelen durar poco, con una caída promedio del 5,7%. Según sus cálculos, se tarda unas tres semanas en alcanzar un mínimo y otras tres semanas en volver a los niveles anteriores. En promedio, el mercado subió un 6,5% y un 13% con respecto al nivel más bajo 3 y 12 meses después.
Con relación a las divisas, la guerra y la amenaza de beligerancia siempre favorecen al dólar. Pero eso no es todo. En periodos de conflicto armado o de alta tensión, el franco suizo y el yen también se han apreciado históricamente como monedas refugio. Claro que un conflicto también puede tener un efecto negativo sobre una divisa, porque al final los presupuestos, el militar en particular, crecen, y también lo hacen los déficits y, en consecuencia, la deuda. En cuanto al oro, históricamente, ha sido el gran ganador en los conflictos armados y las tensiones.
En enero de 2020, cuando fue asesinado el general iraní Qassim Soleimani, el precio del metal amarillo subió bruscamente antes de suavizarse al volver la calma. Mirando más atrás, en agosto de 2017 también se vio cómo el precio de los metales preciosos subía con bastante fuerza. En aquel momento, algunos analistas aludieron al aumento de las tensiones con Corea del Norte. El oro ha seguido un patrón similar durante conflictos anteriores, sube y fuerte (por ejemplo, 23% en 1977, 37% en 1978 y 126% en 1979) y luego retorna a sus niveles previos tras el inicio de las negociaciones. Con el petróleo ocurre otro tanto, sobre todo, cuando se trata de Medio Oriente.
Por último, los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. tienden, históricamente, a bajar cuando hay tensiones armadas, y los bonos también actúan como activo refugio cuando los inversores están preocupados por las perspectivas económicas. Sin embargo, la historia también dice que no siempre es así. La Operación Tormenta del Desierto, por ejemplo, provocó una fuerte suba de la Bolsa y una caída de los bonos. Si el Gobierno de Biden tuviera que aumentar el gasto y el endeudamiento para financiar una guerra, por ejemplo, algunos economistas creen que esto desplazaría a otros prestatarios y haría subir las tasas de interés.
“Sin embargo, hoy nos encontramos en una situación ligeramente diferente, ya que estamos saliendo de una crisis sanitaria histórica marcada por la inflación, que obliga a los bancos centrales a reaccionar. Por lo tanto, podríamos encontrarnos en una situación inusual con, por un lado, una presión a la baja (sobre los rendimientos) alimentada por el temor a una escalada armada en Oriente Medio y, por otro, una presión al alza debida a la normalización monetaria”, advierte Plassard quién concluye que una posible escalada de las tensiones geopolíticas en Israel y Palestina afectará a corto plazo a varios activos financieros, y si nos atenemos a la historia, el “bolsillo de la renta variable” siempre se ha visto respaldado, pero es la volatilidad la gran vencedora en estas situaciones. La diversificación sigue estando a la orden del día.
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