17 de enero 2003 - 00:00
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«La Fundación Mítica»: la primera en 1536 que culminó en un terrible fracaso y la segunda en 1580. Esta doble fundación le otorga una ambigüedad que permite múltiples interpretaciones. En su famoso poema, Borges le otorga una atemporalidad que empaña sus comienzos históricos y traslada su origen a la periferia, concretamente a Palermo, el barrio donde transcurrió su niñez.
«Fervor de Buenos Aires»: entre 1923 y 1930, período de febril actividad en el que Borges publica sus primeros siete libros, funda tres revistas y colabora en otras publicaciones. Partícipe de la vanguardia de entonces, el joven autor reflexiona sobre una ciudad que ya no existe, crea una mitología del suburbio y le otorga carácter universal.
«El Sur Metafísico» revela la devoción del autor por tres hombres que consideraba genios: Rafael Cansino-Assens (Sevilla,1882/1964), crítico, novelista, uno de los propulsores del movimiento ultraísta con quien descubre el placer de las conversaciones literarias; Macedonio Fernández (1874/1952) «un diálogo que está lejos de ser agotado» como se señala en la «Correspondencia 1922-1939» entre ambos escritores, los libros de Adolfo de Obieta, su hijo, y el «Diccionario de la Novela de Macedonio Fernández», editado por Ricardo Piglia, y el tercero es Xul Solar (1887/1963).
«La Biblioteca Infinita». En palabras de Insua, la Biblioteca funciona en la obra de Borges como matriz polisémica. Puede ser el Paraíso o el escenario para un relato de inspiración kafkiana. Es una metáfora de la propia literatura, una forma potencial que puede adoptar el desmesurado proyecto de cifrar o descifrar el universo. Ilustran este segmento extraordinarias fotos de la biblioteca de la calle México 564 que, cuando Borges asumió como director, ya contaba con 900.000 volúmenes.
«Nadie rebaje a lágrima o reproche/ Esta declaración de la maestría/De Dios, que con magnífica ironía/Me dio a la vez los libros y la noche». Borges perteneció a un extraño linaje de bibliotecarios ciegos que seduce por su condición mítica: el guardián de libros cuyos ojos sellados no le permiten contemplar los tesoros que vigilan sus antecesores, José Mármol, Paul Groussac.
«El heresiarca canonizado» está constituido principalmente por un audiovisual basado en algunas entrevistas concedidas por Borges a medios televisivos durante las últimas décadas de su vida. Analiza las razones de su fama, desmitifica su obra, opina sobre las literaturas del mundo, reivindica el ideal cosmopolita y su indeclinable amor por Buenos Aires.
«Cosmópolis», fin de este periplo borgeano, analiza el término cosmopolita. «No significa ser indiferente a un país y ser sensible a otro. Significa la generosa ambición de ser sensibles a todos los países y a todas las épocas, el deseo de eternidad, el deseo de haber sido muchos».
En «Atlas», textos breves y fotografías publicado en 1984, resume su topología cosmopolita: rincones ocultos, calles y frentes de Buenos Aires, pero también de París, Edimburgo, Atenas, Estambul, Roma. Una muestra rigurosamente planeada durante dos años aproximadamente que consta de instalaciones y proyecciones lumínicas, video, fotografías, material de archivo, libros originales pertenecientes a la Fundación Jorge Luis Borges, el infaltable laberinto y cuadros que acercan al visitante al tono barroco de sus comienzos, a la maestría de sus textos más conocidos y su deseo último, un estilo de escritura casi anónimo.
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