4 de abril 2010 - 22:59
Charly García repasó lo mejor de su carrera en el Luna Park
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"Me atreví a componer algo nuevo. Es fácil: agarrás una lapicera y escribís", señaló el cantautor. Así dio paso a "La medicina", que fue seguida por "Funky", una de las canciones más festejadas por el público.
"Tengo una invitada, una chica que conozco desde chica: Miss Fabiana Cantilo", dijo el creador de "La máquina de hacer pájaros". Juntos entonaron una impecable versión de "Inconsciente colectivo". Y tras una serie de elogios al anfitrión y a la banda, "la primera dama del rock nacional" se retiró del escenario.
"Adela en el carrousel", "El amor espera", "Rezo por vos" y "Yendo de la cama al living" pusieron al Luna Park de pie y Charly presentó a su banda: "El aguante". Kiuge Hayashida en guitarra, Tonio Silva Peña en batería, Carlos González en bajo, Fabián von Quintiero en teclados, el "Negro" Carlos García López en guitarra e Hilda Lizarazu en voz y coros.
Un recorrido desde los años ochenta hasta el inicio del nuevo siglo quedó plasmado con "Nos siguen pegando abajo", "Influencia", "Llorando en el espejo"y "Pasajera en trance". Con esta última canción García se dio un gusto que la tormenta le había impedido en su show de Vélez en diciembre pasado. Dos acróbatas sobrevolaron el escenario y la platea, con una puesta en escena que deslumbró a todos los presentes.
La primera parte del show se cerró con "Raros peinados nuevos", "Me siento mucho mejor", "Vicio", "Nuevos trapos", "Estoy verde" y "No voy en tren". Pero 24 temas no conformaban al público y, aparentemente, tampoco al autor de "Say no more".
Al regresar a las tablas, esta especie de "Ave Fénix" de la cultura argentina tocó "Deberías saber por que", "Rock & roll yo", "Mr. Jones" -con Juanse-, el "Himno Nacional Argentino" y "No toquen". Otra vez saludos, aplausos, cantitos al estilo cancha de fútbol y García que se va. Casi el final.
Pasada la medianoche nadie se movía del estadio. Los fans pedían "una más", con insistencia, con pasión, con paciencia. Charly y la banda volvieron para cantar, casi a dúo con los espectadores, una conmovedora e improvisada versión de "Seminare". El Luna Park ardía y la ovación marcó el supuesto final.
El entusiasmo de la platea en vez de aplacarse, se incrementaba y, nuevamente, pedía a gritos la presencia de Charly. En ese contexto donde la admiración se mezclaba con la emoción y el rock de García podía apreciarse otra vez, sonó "Canción para mi muerte", únicamente con el artista, su voz y su piano. Mientras los espectadores coreaban el estribillo, el músico se despidió y se fue. Desde atrás del escenario, completó los versos de esa canción que fue el emblema de tantas generaciones. Y aunque Charly ya no estaba allí, su música, como las acróbatas bailarinas, sobrevolaba el aire.
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