15 de agosto 2001 - 00:00

Cinco siglos de arte argentino, a Brasil

Obra de Xul Solar.
Obra de Xul Solar.
(14/08/2001) Personaje singular, una especie de sabio renacentista lleno de interés por todo y por todos, dotado de fino humor y cordialidad, de una invención poderosa y una fantasía honda, Xul Solar ( Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, 1887-1963) no se desvelaba por el rechazo o el silencio. Hoy su pintura se destaca no sólo en el arte argentino sino en el resto de Latinoamérica.

Su obra se presentará en San Pablo, en la muestra que organiza el Museo Nacional de Bellas Artes junto con Teresa Anchorena para exponer lo mejor del «Arte argentino-500 años», simultáneamente con la próxima Bienal de San Pablo.

Con el apoyo del banquero y coleccionista Edemar Cid Ferreira, presidente de la Asociación Brasil 500 años, el país expondrá sus artistas, desde los precolombinos hasta los contemporáneos, en la Pinacoteca del Parque Ibirapuera (6.000 m²). Es un excelente edificio frente al que aloja las Bienales, también diseñado por Oscar Niemeyer, el maestro de la arquitectura latinoamericana.

Sin duda, Xul Solar se cuenta entre esos raros rebeldes nuestros, y está decidido a completar, en el campo del arte, en particular, y en el del humanismo, en general, la independencia de América. Así, a fines de 1924, exhibe sus acuarelas en el Salón Libre, reducto de los adversarios de la cultura oficial de entonces. Nadie se ocupa de él, y nadie, en adelante, ha de hacerlo en demasía. Sin embargo, aquella muestra inadvertida es el comienzo de una trayectoria que no admite parangones ni ha de conocer herencias.

Si bien sus pinturas fueron el origen y sostén de su fama, limitarse a ellas es ocuparse tan sólo de una parte de esa vasta personalidad. Escritor, músico, astrólogo, filólogo (formó la panlengua, idioma internacional, y el neocriollo, idioma latinoamericano basado sobre sílabas, términos y raíces del español y el portugués); matemático, inventor de juegos (entre ellos, el panajedrez) y de técnicas teatrales, pictóricas y musicales; estudioso de la arquitectura, el derecho y las religiones (y religioso él mismo).

Concibió una interpretación astrológica universal, por cuyo intermedio había establecido una correspondencia -oculta, aunque seguraentre el cosmos y el hombre, capaz de reconciliar a lo infinito y lo finito. A desentrañar y revelar esa correspondencia dedicó su enorme talento, su avidez de saber, y una labor silenciosa, sin pausas, ajena a todo empeño de notoriedad, que duró hasta su muerte, a los 75 años, en su casa del Tigre, al Norte de Buenos Aires.

De alguna manera, el compendio del sistema
Xul Solar era su panajedrez o panjuego, de base astrológica. El tablero tiene 13 casillas por lado (en lugar de 8), y el total de piezas suma 60 (no 32), con 30 para cada jugador, además de una, denominada azar, que puede ser utilizada por cualquiera de ambos. También modificó el teclado tradicional del piano, adoptando la gama hexatónica, que permite ejecutar un pasaje indeterminado, con más o menos digitación, en cualquier tonalidad. El teclado fue reducido de tamaño y dispuesto en tres filas, y las teclas quedaron uniformadas para hacerlas reconocibles al tacto. Al mismo tiempo realizó gran número de títeres destinado a funciones para adultos, sobre asuntos poéticos, religiosos y místicos. Con la astrología como inspiradora, estos muñecos unificarían las artes, sostenidos por el principio de una sola cultura. Marionetas articuladas, que mueven ojos y mandíbulas, podían ser manejadas con soltura.

Ocho momentos pueden distinguirse en la obra de
Xul Solar. El primero de ellos, entre 1914 y 1917, es todavía figurativo, con reminiscencias del Art Nouveau en los arabescos y las imágenes corporales, pero aplicado a situaciones enigmáticas. A partir de 1918, abandona esa particular manera figurativa para iniciar sus indagaciones con las formas geométricas que también utiliza para las personas y los objetos. Resabios de la primera etapa se advierten en su serie de arquitecturas monumentales (1918-'19). Los seres y objetos, tratados esquemáticamente, se acompañan de escaleras, flechas, números, letras, palabras, con algunas citaciones poscubistas. En este segundo ciclo, que se extiende hasta 1924, hay incursiones por el regionalismo latinoamericano.

El tercer período, 1925-'30, se caracteriza por el dinamismo de los seres y las cosas y la profusión de símbolos: estrellas de David, cruces gamadas budistas, cruces cristianas, banderas, serpientes, flechas, medias lunas, triángulos, cintas. En esta etapa, pinta nuevas arquitecturas lineales.

La cuarta etapa, de 1931-'40, tiende a prolongar la anterior y a sugerir la siguiente.

Por último, con
«Grafía antica» (1939), Xul Solar anticipa sus escrituras pictóricas de 1959-'62. En la quinta fase, 1941-1946, renuncia a las efusiones cromáticas y limita su paleta al blanco, el negro y el ocre. La idea central de estas pinturas a la témpera es el drama del ascenso-descenso del hombre, la lucha eterna y sucesiva entre las fuerzas de la luz y la sombra, de la violencia y la paz, del amor y el odio, de la vida y la muerte. De ahí la presencia de escaleras, símbolo de la elevación y la caída en estas obras estremecedoras de Xul Solar.

Los amenazadores, insondables paisajes de la quinta etapa son sucedidos por los del sexto ciclo, 1947-'50, más esperanzados y serenos.
Xul Solar reincorpora el color en plenitud, liberando a su pintura y a sus visiones del sombrío significado que les había conferido. Ahora, todo es luz, como si el hombre la hubiese ganado para siempre en su aspiración de universo. La séptima fase, 1951-'57, está dedicada a los retratos astrológicos y las fachadas arquitectónicas, que diseña con figuras geométricas puras y también con letras mayúsculas insertas dentro de tales figuras. Las fachadas para el Delta, donde tenía una casa, son características de esta etapa.

El octavo y último período, que abarca los años de 1958 a 1962, es sin duda el más complejo y fascinante. El artista elabora sus «escrituras pictóricas» o «grafías», que había esbozado, hacia finales de la década de 1930. En estas acuarelas y témperas, de gran calidad plástica, los signos y las formas constituyen un alfabeto; en cada una de las pinturas,
Xul Solar compone frases de naturaleza aforística y poética, que él crea o reinterpreta, y que traduce al neocriollo y a la panlengua.

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