17 de marzo 2006 - 00:00

Directora italiana habla de pornografía y violencia

Ex actriz degrandes directorescomo BernardoBertolucci, hoycineasta yperiodista freelance, StefaniaCasini trajo a Mardel Plata un filmerótico quepresentó en lasección La Mujer yel Cine.
Ex actriz de grandes directores como Bernardo Bertolucci, hoy cineasta y periodista free lance, Stefania Casini trajo a Mar del Plata un film erótico que presentó en la sección La Mujer y el Cine.
Mar del Plata (Enviado especial) -Stefania Casini es una de esas mujeres que bajan al desayuno con un collar de perlas, y les queda bien. Además ella sabe vivir. Arquitecta, exitosa actriz teatral (con apenas veinte años, fue la protagonista más joven que haya habido de «Seis personajes en busca de autor»), intérprete cinematográfica de grandes directores, y también de ciertas escenas que ahora aparecen en páginas semiporno de internet, directora ella también, ha viajado por casi todo el mundo, y ahora está en Mar del Plata en su doble rol de periodista free lance y realizadora de un cortometraje erótico, que presenta en La Mujer y el Cine. Siempre alegre, charlamos con ella.

Periodista:
¿Cómo pasó de actriz bonita a autora y periodista?

Stefania Casini: Fue cuando en una crisis del cine italiano sólo tuve espacio como adorno sexy. Por suerte ya estaba escribiendo para algunos diarios, y así me hice periodista. Luego viví en Nueva York, donde empecé a hacer documentales televisivos, y al regreso empecé a dirigir también comedias. Debuté con una que presentamos en Venecia, «Lontano da dove», y, entre otras, tengo «Un paradiso di bugia» (un paraíso de mentira) con Claudio Amendola, que cada vez que la dan por televisión cosecha un montón de audiencia,Ahora, con mi propia empresita de producción, hice una serie documental sobre mujeres latinoamericanas, desde México hasta Brasil, otra sobre mujeres del Islam, donde llegué hasta la India, otra sobre los jóvenes del Mediterráneo (pequeñas historias en Marsella, Alejandría, Salónica, Nápoli, etcétera), otra sobre los jóvenes de Europa del Este, qué sueños, qué futuro tienen...


P.:
¿Es cierto que conoce todo el mundo?

S.C.: He llegado hasta las selvas de Laos y Birmania, a veces con un pequeñísimo equipo: ¡yo sola! (o cuanto mucho un operador y un sonidista), pero me faltaba conocer la Argentina. Cuando supe que existía este festival, mandé un corto de respiración erótica, que hice y protagonicé yo misma, «Chiudi gli occhi e vedrai»(Cierra los ojos y verás), donde, entre sombras, una mujer ciega descubre que entró un joven ladrón en su departamento, y logra manejar placenteramente la situación. Me lo aceptaron, me invitaron, y aquí estoy, haciendo y respondiendo entrevistas al mismo tiempo, y paseando.


P.:
También hizo una historia sobre la evolución del «común sentido del pudor» en Italia.

S.C.: Si, recuperé imágenes de cine, televisión y publicidades, entrevisté a filósofos y fotógrafos, fue muy interesante ver lo rápido que ha cambiado nuestro sentido del pudor desde la Segunda Posguerra. Nosotros dimos grandes pasos hacia la libertad, mucho más que los norteamericanos. En Estados Unidos no se ven mujeres sin corpiño, o chicas de pantalón tan bajo que muestran el vello púbico, como se vio en Italia el verano pasado sin que nadie se molestara.


P.: ¿Y la gente común aceptatodo eso sin escandalizarse?

S.C.: Fue una evolución rápida. A comienzos de los '60 echaron a la bailarina Alba Arnova de la tele por haber salido con medias color carne, que la hacían parecer semidesnuda, y menos de quince años después esa misma tele ya mostraba el primer desnudo masculino, encima frontal (cierto que muy fugaz). Entre medio fue el escándalo de Rafaella Carrá, porque mostraba el ombligo en un baile. Y luego, la televisión satelital, con la que también arribó la pornografía a los hogares italianos. De eso hoy nadie se sorprende. Y muchos creemos que la pornografía verdaderamente peligrosa es la violencia, toda esa sangre y esos abusos que vemos en las películas de acción.


P.:
Usted también colaboró en esos cambios.

S.C.: No tanto. ¿Lo dice especialmente por una escena con Robert DeNiro y Gerard Depardieu en «Novecento»? Fue una escena muy delicada, que rodamos con un equipo muy pequeño: estábamos sólo los actores, el realizador Bernardo Bertolucci, el director de fotografía Vittorio Storaro, unos pocos técnicos más, y el médico, para asesorarme porque yo hacía de epiléptica, aunque alguien dijo que estaba por si De Niro y Depardieu se entusiasmaban y se me iban encima de veras.


P.:
Ahora algunas imágenes suyas de esos tiempos aparecen en sitios semipornos.

S.C.: Traté de impedirlo con un abogado, pero vimos que sería muy difícil. Bueno, al fin y al cabo en esas fotos estoy muy linda.


P.:
Lo sigue estando. ¿Pero cómo tomaba eso su familia?.

S.C.: Mi padre y mi madre nunca me dijeron nada. Lo único que me pidieron, cuando empecé mi carrera artística, fue que terminara arquitectura. Lo cual me sirvió muchísimo cuando empecé a dirigir cine, porque gracias a eso ya había aprendido todo sobre volúmenes, estructuras, diseños, historia del arte, etcétera.


Entrevista de P.S.

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