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Con esta novela -la primera que escribe para adultos el colombiano Sergio Alvarez (publicista, guionista de comics y libretista para televisión, nacido en Bogotá hace 35 años) se propuso abordar un tema prácticamente ignorado por la literatura de su país como lo es el narcotráfico, la violencia urbana y la amplia red de delincuencia que deriva de un sistema social corrupto. Sin embargo, pese a la sordidez de un contexto en el que pululan delincuentes y marginales de toda laya, las tres historias que se entrecruzan en la novela se acercan más a la picaresca que a la «literatura negra».
La lectora del título es una desprejuiciada universitaria a la que un par de matones analfabetos secuestran para que les lea una novela, basada en un hecho real, que el imaginario popular ha vuelto leyenda. El libro en cuestión se titula «Engome» y tiene por protagonistas a El Cachorro, un taxista de mala muerte y a Karen, una de las prostitutas del bar «El oasis», que lo ama más allá de toda esperanza. Una salida nocturna los envuelve a ambos en un caótico enfrentamiento entre narcos y policías y los deja en posesión de un maletín con dos millones de dólares.
El destino de ese dinero y de sus implicados es precisamente lo que buscan averiguar los secuestradores de la lectora. Paralelamente, el Caliche, un piloto al servicio de un cartel de la droga, cuenta en una carta sus desencuentros amorosos con Karen y su creciente deterioro como drogadicto.
Son muchas las voces que se cruzan en esta novela sin que la trama pierda integridad ni dinamismo. El autor manejó hábilmente la intriga y el cruce de géneros y logró que sus entrañables personajes resultaran creíbles, a pesar de su pintoresquismo al estilo «Pedro Navaja» de Rubén Blades y de moverse en una Bogotá alivianada con trazos de historieta.
Mezcla de melodrama («thiller llorón» lo llama el autor) parodia de policial y picaresca caribeña, «La lectora» logra su cometido de entretener, eludiendo todo compromiso testimonial.
El mejor homenaje que brinda el autor a esa ciudad real y fantaseada -donde todos sueñan con salir de pobres-es el de haber reproducido fielmente su chispeante jerga popular.
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