2 de octubre 2001 - 00:00

El Festival duplicó este año asistencia de público

Living-Último pasaje.
"Living-Último pasaje".
El III Festival Internacional de Buenos Aires cerró el domingo con un programa de excepción integrado por «Zweiland», otra obra de la coreógrafa alemana Sacha Waltz, quien ya había deslumbrado al público con «Körper», y «House», curiosa y atractiva experiencia teatral dirigida por el norteamericano Richard Maxwell. Ambos espectáculos lograron disparar un saludable debate entre el público.

En cambio, el trabajo presentado por el lituano Oskaras Korsunovas no despertó el mismo entusiasmo. Pese a la actuación del elenco y a contar con un texto -por momentos, revulsivodel alemán Marius von Mayen-burg, la puesta no aportó demasiadas novedades.

La programación del Festival estuvo centrada este año en Europa del Este (con dos grandes aciertos: la presentación de Goran Bregovic y el «Hamlet» de Eimuntas Nekrosius) y en el cruce de lenguajes, fundamentalmente entre la danza y el teatro, cuyos mejores exponentes fueron «Iets op Bach» del belga Alain Platel y las obras presentadas por Sacha Waltz.

En líneas generales, las reacciones de público y crítica estuvieron bastante atomizadas, pero no cabe duda de que el espectáculo que se llevó las palmas -en cuanto a repercusión y calidad artística-fue «Körper». Lo que ofrece un dato muy curioso, ya que por tercera vez consecutiva un espectáculo alemán acapara todos los elogios. En la primera edición fue «La ascensión de Arturo Ui» del Berliner Ensemble, y en la segunda «Murx», del director Christoph Marthaler.

Si bien muchos espectáculos desilusionaron al público habitué por su ingenuidad o convencionalismo, esto se vio compensado de alguna manera con la presencia (en workshops y conferencias) de grandes figuras de la escena contemporánea, como los alemanes Frank Castorf y Martin Wuttke y también maestros de muy diversas líneas como Augusto Boal, Sotigui Kouyate y Robert Wilson, uno de los más celebrados cultores del teatro experimental, que el sábado cautivó durante tres horas y media a un público ávido en conocer su metodología de trabajo.

Costos del Festival

El secretario de Cultura, Jorge Telerman, declaró que el costo real del Festival fue de unos 2 millones de pesos. Divididos entre lo que ingresó por taquilla (un monto estimado en los 500 mil pesos), el aporte del Gobierno de la Ciudad (700 mil pesos) y el de varias instituciones extranjeras, que «es mucho y difícil de mensurar con precisión».

Telerman dijo a este diario: «Nunca tuvimos dudas de que el Festival se iba a realizar sin complicaciones económicas. Nunca pensamos en reducir el presupuesto y jamás existió ese riesgo». Entre las instituciones que solventaron buena parte de los gastos figuraron el Goethe Institut (que pagó el pasaje, la carga, y el cachet de Sacha Waltz y su troupe), la Embajada de Canadá, el British Council, la Asociación Francesa de acciones artísticas y la Embajada de Francia, entre otras.

En cuanto al cachet de
Goran Bregovic y su banda, la directora del Festival Graciela Casabé declaró: «No lo voy a decir, pero es increíble lo barato que nos costó traer a todos esos músicos. Además compartimos los gastos con Porto Alegre». Para abaratar costos piensa coordinar el próximo Festival con San Pablo, Porto Alegre y Río de Janeiro, sin dejar de lado al Festival del Mercosur de Córdoba.

«
En términos cuantitativos, esta edición fue mejor que las anteriores», sostiene Telerman. Las cifras suministradas por Casabé indican un factor total de ocupación de salas del 94 %. La cantidad de espectadores en espectáculos extranjeros se estimó en 36.000. Los asistentes a espectáculos nacionales se redondeó en 28.000 (incluyendo en estos cálculos al potencial público de «Réquiem del Riachuelo» en la Vuelta de Rocha, un espectáculo que finalmente debió ser suspendido por alerta metereológico, hasta nuevo aviso).

La cantidad de asistentes a espectáculos presentados por otros organismos (E.M.A.D, Bibliotecas, Rojas, etcétera) fue de 23.000 y en actividades especiales: 33.000. Según estos cálculos, la III edición del FIBA duplicó la cantidad de público con respecto del último festival. Es decir pasó de 65.000 a 120.000.

Aunque la crítica local fue en su mayoría muy dura con la programación extranjera (entre los más apaleados figuraron
Rodrigo García, el músico Philip Glass y el grupo Ilotopie) el dato no amedrentó a los integrantes del comité artístico. Mauricio Kartún afirmó: «Un festival de este tipo debe ser un lugar de confrontación. Si sólo trajeramos a los espectáculos exitosos esto no se diferenciaría de una temporada internacional. Querer gustar a todos siempre es querer traicionar a alguien y nosotros somos conscientes de que el público argentino no es un solo público sino diferentes tribus».

Por su parte
Daniel Veronese reconoció que hay espectáculos que funcionan muy bien en un país y no en otros, y puso como ejemplo su propio espectáculo «Máquina Hamlet» que fue aclamado en diversos países de Europa pero que en Montevideo fue recibido con absoluta frialdad.

Interrogados acerca de las limitaciones que el presupuesto puede llegar imponer a la programación ambos afirmaron que no existió tal condicionamiento.
«Nosotros elegimos lo que más nos interesa y luego Graciela Casabé nos dice si es posible traerlo o no. Jamás elegimos un espectáculo porque resulte económico y obviamente ya estamos resignados a que a algunos espectáculos no lo vamos a poder traer nunca, porque son carísimos, como los de Arianne Mouchkine», apuntó Kartún.

Programadores

Este año hubo un aluvión de programadores de todo el mundo (Islandia, Estonia, Singapur y diversas ciudades de Europa) a los que se sumaron los directores de los más prestigiosos festivales como Edimburgo, Avignon y el Theater der Welt, entre otros.

La cosecha de espectáculos argentinos fue realmente buena. Por ahora se sabe que de la nómina ya se encuentran en avanzadas tratativas:
«Cuerpos A-banderados», «3 ex», «Living» (el más requerido de todos), «Cercano Oriente (la caja)», «Secreto y Malibú», «Cenizas de Tango», «La escala humana», «La Biblioteca de Babel» y «La Bohemia» de Sergio Boris son algunos de los títulos que están en avanzadas tratativas para viajar a distintos festivales internacionales. También se supo que Federico León llevará a Alemania un work in progress sobre Dostoievski. Y este es, probablemente, uno de los mejores saldos que deja este Festival: la creciente difusión del teatro argentino en el mundo.


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