5 de octubre 2001 - 00:00
Empieza serie con personajes sin adicciones ni tragedias
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Gustavo Belatti: Puede ser. El otro día vi en HBO una serie, que se traduciría como «Cosas de chicas» donde una psicóloga hace terapia con un grupo de mujeres.
M.S.: No vi «Monólogos..» así que desconozco si tiene un costado feminista, pero al menos «Cuatro amigas» no va por ahí. Tampoco es un programa para captar a un público eminentemente femenino ya que se mete con la crisis no sólo de las mujeres sino de todos los hombres que girarán en torno a las protagonistas. Y los personajes masculinos no son decorativos, tienen color. Así como nunca nos planteamos hacer una metáfora del psicoanálisis con «Vulnerables», en este caso no buscamos hacer un tratado sobre la amistad.
P.: En casi todos los programas de ficción aparece el personaje casi obligado del homosexual, ya sea hombre o mujer. ¿En «Cuatro amigas» también?
M.S.: Esta serie no tocará temas que están de moda. Se desarrolla sobre terrenos muy normales de la realidad cotidiana, que no por ser liviana deja de ser profunda.
P.: ¿Por qué dice liviana?
G.B.: Acá no hay una adicta a la heroína ni una lesbiana crónica, ni los conflictos de familia son el eje de este programa.
P.: ¿Cómo serán los personajes?
G.B: Cuando comienza la serie las cuatro están solas por distintos motivos y presentan caractarísticas diferenciales: Inés Estévez es una abogada recién separada; Paola Krum es diseñadora y está sola pero no se lamenta demasiado, se toma su soltería con humor; Mirtha Busnelli fue maestra del secundario de Inés y quedaron amigas, su pareja fracasó, y Valeria Bertucelli trabaja con Estévez y tiene una historia familiar de la que reniega, es un poco mentirosa.
P.: Las productoras independientes tienden a producir programas que puedan ser vendidos tanto a nivel local como en el exterior, ¿hubo sugerencias por parte de Marcelo Tinelli al respecto?
M.S.: Esta serie no se plantea como un producto que tome una cuestión panamericana. En principio hay que conformar al mercado local, que no es fácil porque está deprimido y sin anunciantes, y luego pretender buscar otros mercados. El tema de la exportación de programas tiene que ver con una cuestión de financiamiento y costos que excede a nuestro trabajo pero a la vez creo que si los productos se piensan de movida como vendibles tanto para adentro como para afuera terminan sin conformar a nadie. Le tenemos mucho miedo al híbrido.
P.: Los productores no piensan igual.
M.S.: Claro, pero desde lo autoral sería complicado concebirlo desde la idiosincracia de los países a dónde debe ser ven-dido. Yo no sé cómo piensa el espectador ateniense o el checo.
P.: ¿Se sienten amenazados como autores por la importación de formatos extranjeros que se producen en el país?
G.B.: Son las reglas del juego. Lo único que nos queda a los autores es hacer las cosas lo mejor posible para que el público siga consumiendo ficción y continúe viendo historias con su propio lenguaje y manera de hablar. Lo propio es insustituible y tiene mucho valor.
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