1 de agosto 2001 - 00:00

Entusiasmó más el Gismonti pianista

Egberto Gismonti.
Egberto Gismonti.
(31/07/2001) Egberto Gismonti cerró su larga visita a la Argentina con dos conciertos, uno en el hotel Sheraton y otro en Rosario. En ambos, a diferencia de lo que había sucedido en Resistencia -donde tocó junto a la Orquesta de Cámara Mayo y el Quinteto Villa-Lobos-, lo hizo acompañado solamente por su hijo Alexandre, guitarrista clásico, y el contrabajista Zeca Assumpçao. Sin embargo, a pesar del cambio de formato instrumental, lo que ofrece el sólido músico brasileño no varía sustancialmente.

Más allá de los temas que elija (piezas compuestas por él mismo, más o menos antiguas), cuando toca la guitarra de 10 cuerdas, siente una fuerte inclinación por la forma preludiada. La herencia del Villa-Lobos para guitarra es inocultable.

Sus interpretaciones parecen estudios para el instrumento, en los que se sucede una serie de acordes desplegados que sólo se interrumpen por alguna modulación, algún cambio de timbre -usa con mucha inteligencia los armónicos-, o por alguna cita rítmica de samba. Por momentos, rasguea todas las cuerdas y golpea sobre la caja del instrumento como si fuera una maraca. Lo que no es extraño, si se piensa que en la zona guaranítica -que también abarca el sur de Brasil-, la guitarra recibe el nombre de «mbaracá», una semejanza lingüística que también tiene que ver con el uso que se le asigna. En el Gismonti guitarrista las armonías dominan todo y las melodías van surgiendo como consecuencia de esa sucesión acórdica. Y a veces, también refuerza esos movimientos melódicos con las cuerdas agudas de la guitarra de su hijo o con el contrabajo.

Cuando se sienta al piano, su música cambia radicalmente. Allí es más «melódico» y «rítmico». Su lenguaje se hace menos minimalista y el despliegue instrumental entusiasma mucho más al público que sigue su largo concierto como si estuviera en el Colón. Quedó muy claro, viendo sus dos solos de guitarra (muy especialmente el de «Payaso», uno de los clásicos gismontianos) que Alexandre no toca con su padre sólo por su relación familiar. De inocultable formación clásica, el joven tiene un muy buen sonido que es especialmente apto para los temas más tranquilos y las notas más dulces. Assumpçao, por su parte, ha dado ya muestras muchas veces de su talento y en este caso reafirmó sus pergaminos, dando respaldo al trío o luciéndose en un largo solo.

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