9 de agosto 2001 - 00:00

Jazz para gozar en cines de buen sonido

Jerry González.
Jerry González.
Después de los exitosos recitales que acaban de dar en Buenos Aires, primero Chucho Valdez, y ahora Paquito d'Rivera, ¿cómo perderse, no digamos un recital, sino todo un festival con esos y muchísimos otros grandes del jazz latino? Porque esta película es, exactamente, un verdadero, placentero festival de jazz latino, una delicia de buena música, llevada al cine por un verdadero conocedor.

Es un pecado la poca difusión con que se estrena, y eso que viene a través de una gran distribuidora. Quizá ciertos ejecutivos pensaron que una película de jazz es sólo para una selecta minoría. La buena música es para todo el mundo, y si alguien todavía no conoce a estos intérpretes, acá está su oportunidad.

Están, más o menos en este orden, Paquito d'Rivera en New Jersey; la sensual y refinada Eliane Elías tocando descalza en un local neoyorquino (cómo se absorbe la cámara ante esos pies delgados bossanovando sobre los pedales); Chano Domínguez, en viaje desde el Puerto de Santa María; Jerry González ante su casa natal en el Bronx; Michel Camilo, tanto calor en un lugar tan frío del estado de Nueva York; el Gato Barbieri, histrión y pionero, paseando en mateo por el Central Park; Tito Puente, cicerone en Cityland, tocando sobre fondo blanco, como si fuera desde el cielo; Chico O'Farrill, arreglador de Benny Goodman y Count Bassie, ahora registrado con su orquesta en blanco y negro, al estilo de los antiguos musicales, y Chucho Valdez, en La Habana, y su padre, Bebo Valdez, en Estocolmo, tocando a dúo con Cachao, los dos negros octogenarios, maravillosos, de gran etiqueta, y Chano Domínguez, y Patato Valdez, y Puntilla Ríos, y, tras cinco años sin verse, padre e hijo, piano y piano, mirándose, improvisando un dúo a partir de Ernesto Lecuona, que había partido de Ravel, que había partido de Debussy...

Palabras mayores. Y pocas palabras. Cada artista toca sus piezas, en un estudio.Y, como un descanso entre emoción y emoción, hace una pequeña autopresentación en exteriores, que algunos usan para reírse de sus propias leyendas. Tras la anécdota sobre el primer instrumento que le regaló su padre, y que decidió su vida, Paquito d'Rivera replica brillantemente: «El mejor regalo que me hizo mi padre no fue el saxofón ése. Fue mi madre».

Dirigió, poniéndose hábilmente al servicio de los músicos, un verdadero realizador: Fernando Trueba, el de «Belle époque» y «La niña de tus ojos». Lo que hizo es un placer continuo, a disfrutar en salas de buen sonido.

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