Después de los exitosos recitales que acaban de dar en Buenos Aires, primero Chucho Valdez, y ahora Paquito d'Rivera, ¿cómo perderse, no digamos un recital, sino todo un festival con esos y muchísimos otros grandes del jazz latino? Porque esta película es, exactamente, un verdadero, placentero festival de jazz latino, una delicia de buena música, llevada al cine por un verdadero conocedor.
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Es un pecado la poca difusión con que se estrena, y eso que viene a través de una gran distribuidora. Quizá ciertos ejecutivos pensaron que una película de jazz es sólo para una selecta minoría. La buena música es para todo el mundo, y si alguien todavía no conoce a estos intérpretes, acá está su oportunidad.
Están, más o menos en este orden, Paquito d'Rivera en New Jersey; la sensual y refinada Eliane Elías tocando descalza en un local neoyorquino (cómo se absorbe la cámara ante esos pies delgados bossanovando sobre los pedales); Chano Domínguez, en viaje desde el Puerto de Santa María; Jerry González ante su casa natal en el Bronx; Michel Camilo, tanto calor en un lugar tan frío del estado de Nueva York; el Gato Barbieri, histrión y pionero, paseando en mateo por el Central Park; Tito Puente, cicerone en Cityland, tocando sobre fondo blanco, como si fuera desde el cielo; Chico O'Farrill, arreglador de Benny Goodman y Count Bassie, ahora registrado con su orquesta en blanco y negro, al estilo de los antiguos musicales, y Chucho Valdez, en La Habana, y su padre, Bebo Valdez, en Estocolmo, tocando a dúo con Cachao, los dos negros octogenarios, maravillosos, de gran etiqueta, y Chano Domínguez, y Patato Valdez, y Puntilla Ríos, y, tras cinco años sin verse, padre e hijo, piano y piano, mirándose, improvisando un dúo a partir de Ernesto Lecuona, que había partido de Ravel, que había partido de Debussy...
Palabras mayores. Y pocas palabras. Cada artista toca sus piezas, en un estudio.Y, como un descanso entre emoción y emoción, hace una pequeña autopresentación en exteriores, que algunos usan para reírse de sus propias leyendas. Tras la anécdota sobre el primer instrumento que le regaló su padre, y que decidió su vida, Paquito d'Rivera replica brillantemente: «El mejor regalo que me hizo mi padre no fue el saxofón ése. Fue mi madre».
Dirigió, poniéndose hábilmente al servicio de los músicos, un verdadero realizador: Fernando Trueba, el de «Belle époque» y «La niña de tus ojos». Lo que hizo es un placer continuo, a disfrutar en salas de buen sonido.
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