27 de agosto 2004 - 00:00

"Jorge Lavelli le da un sentido nuevo al drama de Calderón"

Blanca Portillo: «es magnífico aunar la belleza del lenguaje con la hondura que tiene Calderón. Y es sumamente original que yo hable un castellano de España y el resto del elenco el de la Argentina».
Blanca Portillo: «es magnífico aunar la belleza del lenguaje con la hondura que tiene Calderón. Y es sumamente original que yo hable un castellano de España y el resto del elenco el de la Argentina».
Famosa en España por su sólida trayectoria teatral y sus éxitos televisivos, la madrileña Blanca Portillo protagonizá en el Teatro San Martín «La hija del aire», una obra en verso de Pedro Calderón de la Barca, en la que dará vida a la semidiosa Semíramis, ávida de poder. Esta versión, adaptada y dirigida por Jorge Lavelli (basada en la segunda parte de la obra) tiene un elenco integrado, además, por Pompeyo Audivert, Cutuli, Eleonora Wexler, Luis Herrera y Marcelo Subiotto, entre otros.

Las funciones comienzan el sábado 28 en la Sala Martín Coronado del teatro oficial y continuarán hasta fin de año. Para diciembre la compañía tiene previsto hacer temporada en el Teatro Español de Madrid.

Portillo
se ha convertido en una de las actrices preferidas de Lavelli, tras su participación en «Eslavos» de Tony Kushner, donde le tocó interpretar a «una rusa loca, alcohólica y lesbiana, muy difícil de entender». Desde entonces la admiración mutua hizo que la actriz se atreviera a renunciar a sus compromisos artísticos y a la popularidad de la que goza en España, para instalarse en Buenos Aires durante seis meses. El último de sus sacrificios consistió en cortarse y oscurecerse el pelo, habitualmente largo y rubio, para poder otorgarle mayor ambigüedad a su personaje, ya que en algunas escenas adopta la imagen de su hijo adolescente para suplantarlo en el trono.

Periodista:
¿Cómo conoció a Lavelli?

Blanca Portillo: Lo conocía por sus montajes y espectáculos, es uno de los grandes directores de Europa. Pero recién lo conocí personalmente cuando me hizo una prueba para «Eslavos», ése fue el papel más difícil de mi carrera.


P.:
¿Y éste de «La hija del aire» no es aun más difícil?

B.P.: Sí, mucho más, es terrorífico. Es un personaje muy extraño y complejo, ni aun leyéndolo a fondo podía imaginarme que Lavelli le iba a dar la grandeza que tiene. La obra de Calderón es magnífica, pero él la ha enriquecido. Eso sí, ambos coincidimos en que era una historia sobre el poder y la ambición y sobre las cloacas y pasadizos ocultos de ese mundo.Aquí no hay buenos y malos, todos los personajes quieren conseguir sus objetivos, que siempre están relacionados con el poder, un rasgo que por otra parte es muy humano.


P.:
¿Cómo es su personaje?

B.P.: Semíramis es hija de un hombre y de una diosa. Es una mujer que se alimenta de sangre y de poder y que busca dominar a todos los que tiene a su alrededor. Para mí es una de esas políticas de «para el pueblo, pero sin el pueblo». Incluso un rasgo tan femenino como la maternidad, ella lo tiene totalmente castrado. Siendo madre tiene a su hijo encerrado y oculto para que no ocupe el trono, y cuando él reina por fin, es capaz de quitarlo del medio para ponerse en su lugar. Ella no es un ser humano normal de esos que andan por la calle, pero es casi la sublimación de todas las emociones y sentimientos humanos.


P.:
Aquí no estamos acostumbrados al teatro en verso.

B.P.: No crea que el público madrileño lo está. Pero el director ha logrado que los actores no le tengan miedo al verso. Al principio parecía que tenían que decir los textos no sé de qué extraña manera, con un respeto exagerado. Pero no, aquí son pasiones y sentimientos dichos con unas palabras muy particulares. Lo importante es lo que pasa debajo del texto, cuál es el carácter del personaje, cuál la situación, el conflicto, quién tira, quién manda, y ahí el verso entra solo. Además suena muy bien, por lo armonioso de su construcción y por el uso del lenguaje, que es bellísimo. Yo hablé mucho con los actores respecto al abordaje del verso como un texto normal.


P.:
¿De modo que usted contribuyó en la preparación del elenco?

B.P.: Por supuesto, si había alguna duda ¿por qué no?.Yo tengo una cierta formación con el teatro en verso por estudio y por mi experiencia en escena. Además, es un género que me fascina, me parece el colmo de los colmos aunar la belleza del lenguaje con la hondura que tiene Calderón. Incluso ahora, el hecho de que yo hable en un castellano de España y ellos en uno de la Argentina, hace que estos versos suenen de una manera muy original. Lo único que ha intentado limar Jorge son las elles, para que que no sonaran tan fuertes.


P.:
¿Además de su deseo de volver a trabajar con Lavelli, le entusiasmaba debutar en Buenos Aires?

B.P.: Mire, si él me hubiera dicho que fuéramos a Senegal yo lo habría hecho, eso lo tengo claro. Pero cuando me propuso venir aquí, pues me pareció increíble. Se juntaron demasiadas cosas como para dejarlo pasar. Estas oportunidades son como un tren que pasa, si uno no las agarra, luego puede arrepentirse mucho. La experiencia de estar aquí seis meses, ya a nivel puramente personal, me obligó a desplazarme de mi lugar, mi entorno, mis afectos, mi gente, mi casa. Tuve que dejar a la gente que me conoce por mi trayectoria para venir a empezar de cero. Y ya estoy completamente aporteñada, voy al supermercado, cocino, me preparo mis matecitos. Y esto de salir a la calle y que nadie me mire ni me reconozca es muy divertido, vuelvo a sentirme un ser humano normal.


Entrevista de Patricia Espinosa

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