«Imperio» («Inland empire», EE.UU.Francia-Polonia, 2006, habl. en inglés y polaco). Dir.: D. Lynch. Int.: L. Dern, J. Irons, H. Dean Stanton, J. Theroux, S. Coffey.
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Dejar una cámara de video digital en las manos de un director como David Lynch probablemente no sea la mejor idea. El autor de películas de culto como «Terciopelo azul» y «Corazon salvaje» hace tiempo realiza obras inextricables que sólo sirven para festivales y alguna que otra nominación al Oscar. Ya ni sus productores europeos aportan lo necesario para un auténtico proyecto de Lynch. De hecho, su película anterior «Mulholland Dr.» («El camino de los sueños») era originalmente una serie de TV, convertida en largometraje luego de triplicar el costo original. De ahí que, luego de años de inactividad, Lynch terminó atrapado por el video digital, que le permitiò hacer una especie de borrador interminable en el que mezcla de manera incoherente imágenes y situaciones argumentales grabadas a lo largo de varios años, en distintos países y con diferentes esquemas de producción.
No sólo falta celuloide, tampoco hay director de fotografía (algo increíble en un cineasta que hizo dos películas con el maestro Freddie Francis). El sentido del humor, entre lunático y macabro, y el antológico uso de la música para cambiar abruptamente de climas, son dos elementos que también están casi ausentes en este Lynch digital con quien, por primera vez en años, ni siquiera colabora el compositor Angelo Badalamenti.
La que si reaparece es Laura Dern, actriz secundaria de «Terciopelo azul» y protagonista de «Corazón salvaje», que luce dispuesta a todo con tal de volver a tener el papel estelar en un film que no sea una nueva secuela de «Jurassic Park». No por nada en «Imperio» su personaje es el de una actriz ansiosa por obtener el papel que podría revivir su carrera. Luego de una extraña visita que le hace una vecina rarísima, experta en desvaríos proféticos, la actriz es transportada mágicamente al día siguiente, en el momento exacto que le comunican que el papel es suyo.
Para animar el film dentro del film hay un director como Jeremy Irons, una especie de productor chanta, Harry Dean Stanton ( brillante, pero aparece poco) y un galán (Justin Theroux) con fama de seducir a todas sus compañeras de reparto. La pareja protagónica acepta el trabajo sin tener idea que hay una leyenda negra acerca del proyecto, que ya se había intentado filmar en Europa en un rodaje inconcluso debido a la muerte de su pareja estelar.
El talento de Lynch aparecepor momentos, pero se diluye tanto en lo estético como en lo narrativo, siendo en este punto donde la autoindulgencia rompe sin piedad el delicado equilibrio que siempre caracterizaron sus guiones deliberadamente enigmáticos, personales y surrealistas. Rodando algo que nunca tuvo guión desde el vamos (Lynch confesó que, en principio, no pensó que haría de esto una pelicula), el lado menos riguroso del artista tomó las riendas de un film que no deja de tener fragmentos atractivos, pero que básicamente aburre durante buena parte de sus tres horas de duración.
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