2 de septiembre 2008 - 00:00
La diversidad creativa, el legado de Mildred Burton
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Obra de «Holocaustos vistos desde el cielo», emblemática
serie de Mildred Burton (fallecida el sábado pasado), una
artista cuya originalidad consistió en tejer las combinaciones
más insólitas a partir de un examen crítico.
Trazó un inventario de su asalto a (y sobresalto por) la falsa moralidad, la represión del deseo, los pudores mentidos, la sujeción social, el encantamiento de la niñez, el individualismo egoísta y los proyectos fáusticos de una modernización avasalladora. Su estilo osciló entre un realismo fotográfico de certera minucia y una imaginería artificial, típica de las antiguas muñecas de porcelana, de las tarjetas postales de comienzos de siglo y de los afiches y carteles publicitarios de esa misma época.
«La intensidad se equilibra con la ironía, los personajes burgueses se vuelven fantásticos, los inocentes adquieren caracteres sombriamente conflictivos», escribió el reconocido crítico Samuel Paz, segundo de Jorge Romero Brest y luego curador del Bellas Artes en los 80.
Una serie paradigmática, «Motocicletas y autos», fue constituida por sus pinturas de automóviles y motocicletas, que la artista representaba con caracteres antropomórficos (intestinos, bocas, lenguas, dientes, brazos). Satirizaba así a la uniformidad social tanto como al auge creciente del uso de estos vehículos, que parecía llegar a la simbiosis entre hombre y máquina. Pero, a la vez, aludía a motos y autos en su capacidad de símbolos sociológicos de una clase social.
Merecen recordarse sus proyectos fáusticos. El Fausto goetheano crea de la nada, en un país rico, ordenado y modelo, donde la vida humana no cuenta.
En la mayoría de sus trabajos manifestó una constante oposición entre su imaginación y el sentido común. Oposición fundamental en Proyectos y Proyectoides, dos series complementarias. En los primeros, su imaginación la llevó a la elaboración del Puente elevador para turistas, desde el mar catalán hasta las colinas del Mont Juic, donde el gran arquitecto Josep Lluis Sert, diseñara la sede de la Fundación Miró; Arata Isozaki, un estadio cubierto rodeado por las esculturas de su mujer, Aiko; y una escuela diseñada por Ricardo Bofill. El puente se mantiene con resinas humanas, animales y vegetales. Posee cámaras compactadoras, piletas, lugares de esparcimiento y usinas que transforman los restos orgánicos de los «turistas gordos» en alimentos para los peces del mar.
Proyectó también Ciudácula Futboloide, una ciudad imaginaria a levantarse en la Isla Martín García para el desarrollo de eventos especiales: posee 300 habitantes estables (la hinchada) y 30 jugadores en línea. Se alquilarían disfraces, fieras y armas. Incluía una Central Mafia y una Central Doping, además de viviendas especiales para cada profesión. Una vez por mes se ejecutaría allí, en una gran fiesta, a un árbitro de fútbol, un director técnico o un presidente de club.
Participarían bandas de música y se llevaría al público con barcos y helicópteros. Su Proyecto Puente transportador de rinocerontes viejos y gastados de Cabo Blanco o Miami, era un tubo denominado por la artista «grasoducto», y conducía petróleo y sustancias orgánicas vivas. La música alternaba sonidos de la selva y new wave. Se transportaban diamantes en bruto en zorras, aparatos de TV, ropas, adornos y una custodia de soldados electrónicos moviéndose en camiones especiales. El Proyecto Ciudad Turística Palmar-Colón, contenía flora, fauna, puentes y tribunas. Una computadora central, digitaba la ciudad y los paseos con carros y caballos. Había además museos, piletas, y se llegaba a la ciudad por medio de naves espaciales. Con Proyectos y Proyectoides, evocó temas urbanosy ecológicos, y propuso una aventura proyectual que podría denominarse «arquitectura fantástica post-figurativa».
Burton desarrolló su imaginería por medio de una gráfica precisa, en imágenes tales como una piscina policroma, en el medio del mar, rodeada de peces, objetos, altoparlantes y una portezuela que daba al mar. La compleja trama que tejen los aparatos electrónicos, señales viales y robots, junto a gigantescas zanahorias, ojos, orejas, cactus, reptiles, constituyen el denominador común de sus trabajos,que desarrollan una zoología-particular integrada irónicamente a las construcciones y a un antropomorfismo lúdico. A pesar de la aparente diversidad de elementos y colores, Burton logró la esencia íntima de una figuración singular. Presentó proyectos para la arquitectura de una ciudad: una conjunción inesperada de elementos disímiles, estructuras, que no por heteróclitas son menos armónicas: un mundo fantasmal en el que los elementos se contextualizan y se integran al siglo actual.
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