14 de mayo 2025 - 14:51

Margherita Vicario: sobre las compositoras que no escuchamos

DIálogo con la directora italiana de "¡Gloria!", que se estrena mañana. El film se ocupa de las músicas mujeres a las que la historia machista sepultó en el olvido.

Margherita Vicario y el director Ferzan Ozpetek en la reciente Semana del Cine Italiano

Margherita Vicario y el director Ferzan Ozpetek en la reciente Semana del Cine Italiano

Simpática, vivaracha, Margherita Vicario, actriz y cantautora, anduvo por aquí el mes pasado, presentando en la 11ª. Semana del Cine Italiano su opera prima “¡Gloria!”, libre evocación de tantas compositoras de otros tiempos “que como flores secas han quedado escondidas entre las páginas de la Historia”. Así lo expresa y lo deja asentado en su película, que se estrena mañana. Dialogamos con ella:

Periodista: Antes de hacerse directora, ¿fue usted actriz y cantante, o cantante y luego actriz?

Margherita Vicario: Yo soy actriz diplomada en Artes Escénicas. Trabajo en cine y TV desde 2008, aparecí incluso en la comedia de Woody Allen “A Roma con amor”, y un día me puse a las órdenes del maestro Lamberto Bava para el capítulo “Presagio” de una serie dramática. Tenía un maquillaje que tardaban dos horas en ponerme, toda llena de sangre porque debía hacer de mujer golpeada, y yo estaba feliz, me decía “¡Esto es ser actriz!” Pero también pasaba otras dos horas mirando el techo a la espera del momento en que debía actuar, entonces, mirando el techo, empecé a componer canciones.

P.: Tiene más de 30, pero confieso que solo me fijé en “Orangutango” porque supuse que tenía algo que ver con el tango.

M.V.: ¡Nada que ver! ¡Me refería a los orangutanes! Si quiere, la canción que más amo de todas las que hice hasta ahora, es “Abaué”. El hecho es que me hice cantautora y eso se convirtió en mi fuente de sostén, porque es un oficio más regular, yo misma organizo mis grabaciones y recitales, en cambio como actriz debo esperar que me llamen. Igual también es difícil vivir de la música porque es una industria muy poco diversificada. Paradójicamente, el cine me atrae porque me parece la forma de arte más libre y completa. Eso sí, debes tener una idea que te permita ejercer esa libertad.

P.: Una idea, y respaldo financiero. En “¡Gloria!”, película de cuidada factura, usted habla de las intérpretes y compositoras del siglo XIX pero de un modo libre, en partes antojadizo. a través de unas huerfanitas bastante crecidas enfrentadas a un cura maestro de música.

M.V.: Lo único que se sabe es que en los orfanatos venecianos les enseñaban música. Y si sabían interpretar, ¿por qué algunas de ellas no podrían componer? ¿y qué podrían componer? Desde el comienzo quería que lo mío tuviera algo de fantasía, un toquecito mágico, me gusta ese cine donde puede verse la mano del autor, como en las películas de Nadine Labake y Michel Gondry.

P.: Ya, pero de ahí a empezar con música de Vivaldi, “intervenir” algo tan conocido y respetado como “Gloria in Excelsis Deo” y terminar con música de Vicario y Edwin Roberts…

M.V.: Ja, Vivaldi es Vivaldi, es grande, no pretendo ponerme a su altura, pero, como nadie sabe qué habrán escrito esas mujeres, porque no quedó casi nada, me tomé la libertad de imaginarlas haciendo algo distinto a lo que se escuchaba en su época.

P.: Por ahí se oye algo de Maddalena Lombardini.

M.V.: Su "Cuarteto nro 2 para Cuerdas", en la escena en que el personaje de Lucía les dice a otras chicas que la sigan porque quiere probar algo. Lombardini Sirmen, como firmaba, fue casi una excepción, ella logró trascender, y lo hizo como violinista, cantante y compositora, pero eso en gran parte gracias a que su maestro le hizo gancho con un buen candidato, Ludovico Sirmen, un artista que supo comprenderla y respaldarla.

P.: Ah, por eso firmaba Lombardini Sirmen, y no solo Lombardini.

M.V.: Y así pudo publicar sus partituras. Lo que me golpea es que entonces, más que ahora, las mujeres lograban algo no por sí mismas sino porque eran esposas o hijas de alguien que las respaldara.

P.: En la película citan a una mujer por encima de esos condicionamientos, Madame de Stäel.

M.V.: Casi de casualidad, porque “¡Gloria!” es coproducción con Suiza, y el productor me decía “poné algo suizo, poné algo suizo”, y me acordé de ella, que además de suiza era protofeminista.

P.: ¿Acaso usted sufrió en su carrera el hecho de ser nieta de la actriz Rossana Podestá, que era una diva, y del exitoso director de cine comercial Marco Vicario, y además hija del director de cine y TV Francesco Vicario y sobrina del actor Stefano Vicario?

M.V.: Más que sufrir, he sido afortunada, porque me crie entre artistas. En mi caso arriesgué sufrir la suspicacia de quienes dicen “logró esto porque es una acomodada”.

P.: Quizá lo hayan dicho antes, pero no después del éxito de su película, que fue bien apreciada por el público y hasta logró sus buenos premios, entre ellos el Nastro d’Argento a la Mejor Banda Sonora. Vuelvo a su familia, ¿es cierto que usted de chiquita quería ser como su abuela?

M.V.: Si, claro, pero no solo porque era bellísima, sino más que nada por su libertad, su coraje, y porque después de dejar el cine recorrió medio mundo con su segundo marido, el montañista Walter Bonatti.

P.: Ah, ¿será entonces que Rossana Podestá vino también a la Argentina? Porque entre otras cumbres Bonatti escaló el Moreno totalmente cubierto de hielo, allá en el límite de Santa Cruz con Chile.

M.V.: Claro, cuando nací ellos estaban en la Patagonia. Y mis padres les mandaron un fax con destino a la parroquia del pueblo donde hacían campamento: “Es una niña. Pesa 2 kilos 600. La llamamos Margherita”. De niña me contaban eso y yo miraba el mapa, a ver dónde había estado mi abuela.

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