4 de septiembre 2001 - 00:00

Orquesta de La Scala, entre lo mejor del año

Riccardo Muti.
Riccardo Muti.
Orquesta Filarmónica de la Scala de Milán, director: Riccardo Muti. Obras de Rossini, Stravinsky, Tchaicovsky y Verdi. (Teatro Colón, 30/8). Obras de Beethoven, Tchaicovsky y Bellini. (31/8, Teatro Coliseo.)

Otro acierto del Mozarteum Argentino para su historial fue esta visita de la estupenda orquesta del teatro lírico más prestigioso del mundo, con uno de los directores más respetados de la actualidad.

Los violoncellos y las trompetas fueron los primeros en lucirse con la Obertura de la ópera «Guillermo Tell» de Gioacchino Rossini, en una brillante e impactante interpretación. La ductilidad de los filarmónicos milaneses quedó expuesta con el Divertimento «El beso del hada», obra que Igor Stravinsky estrenó en 1928; los procedimientos polirrítmicos (era música para ballet), las diferencias de texturas y carácter despertaron el interés de los oyentes, y la admiración por la incuestionable autoridad de Riccardo Muti, músico erudito que puede abordar el modernismo sin rechazar la tradición.

Escuchar dos noches seguidas una misma obra se convirtió en una admirable experiencia plena de satisfacciones sensoriales. Es lo que pasa con la Sinfonía N° 6 en Si Menor Op. 74, «Patética», de Piotr I. Tchaicovsky; la intensa expresividad, ese romanticismo con carga de sentimentalismo, emocionalmente directa y sin eufemismos, deviene en una versión inolvidable. Las cuerdas impecables, con la mendocina Anahí Carfi en el primer atril, la potencia y exactitud de los bronces, las maderas en su punto justo. Se llegó a las fronteras de la perfección.

Estas cualidades se aplican también en la madura ejecución de la Sinfonía N° 7 en La Mayor Op. 92, de Ludwig van Beethoven; sobre todo en el siempre discutible «tempo» del «Allegro con brio» final, donde la vertiginosidad no afectó la claridad de exposición, resultando así una apelación a reconocer la energía como provee-dora de vitalidad y optimismo.

Fue con las partituras operísticas que el público llegó al delirio, y donde la orquesta es más espontánea; el mismo
Riccardo Muti, con potente voz baritonal, anunció: «Desde La Scala al Colón, la obertura de La Forza del Destino» mientras que con la batuta señalaba en la cenefa del techo el apellido Verdi escrito en dorado, justo sobre su cabeza. Deleite que se repitió la segunda noche cuando tocaron «Norma» de Vicenzo Bellini, sellando así una de las actuaciones más trascendentes de la temporada.

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