«Rey Arturo» (King Arthur, EE.UU.Irlanda. 2004, habl. en inglés).Dir.: A. Fuqua. Int.: C. Owen, I. Gruffudd, R. Winstone, K. Knightley, S. Dillane, S. Skarsgård.
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Medio siglo atrás, en Cinema Scope y Technicolor, Robert Taylor se convirtió el Rey Arturo por excelencia (dirigido por Richard Thorpe en 1953). Pero los fans del cine épico, los caballeros andantes y la espada y brujería saben que la obra maestra en la materia no es tan antigua: en 1981 John Boorman concibió una versión adulta, oscura y revisionista del mito de Camelot. «Excalibur» es lo máximo en el género, y filmar cualquier cosa relacionada con el tema, mucho menos en un estilo medianamente similar, es subestimar seriamente al público.
Sobre todo, si el material a filmar es una supuesta versión históricamente clarificadora de Arturo y sus caballeros que al final no aporta nada serio desde lo histórico, ni mucho menos desde lo mítico o lo estético. Pero cuesta 100 millones de dólares, recauda menos que lo que «Excalibur» recaudó en dólares de los años de Reagan, y ni siquiera conforma a su director, que se quejó amargamente de los cortes que el productor le impuso a su película para lograr la calificación para mayores de 13 años a costa de cada gota de sangre e imagen de violencia gráfica propias de un film que pone todo el énfasis en costosos combates cuerpo a cuerpo.
Se entienden las quejas de Antoine Fuqua: excepto por el ejercicio de estilo derivado de escenificar batallas con homenajes a Eisenstein, no hay nada más que pueda atraer a un director negro (el de «Día de entrenamiento») para filmar un asunto tan netamente anglosajón como éste.
Además de autocensurado en violencia gráfica, este híbrido parece serlo también en cualquier dato tendiente a clarificar detalles básicos sobre esos tiempos oscuros. El hecho de que Arturo sea un romano poco significa si no se explica nada sobre la Roma de ese momento, y los conflictos entre sajones y «glastos» difícilmente emocionen a un público que no tiene idea -ni información- sobre la identidad de estas tribus antiguas. Arturo y sus caballeros están caracterizados como miembros de un grupo grunge tipo Nirvana o Pearl Jam. La estrella de la película es Keira Knightley, que pintada de azul al mejor estilo «glasto» ( palabra que aparece insistentemente en el subtitulado, a pesar de que según la Real Academia sólo puede aplicarse a plantas, no a personas ni tribus paganas antiguas) se hace notar más en el campo de batalla que esos caballeros sin lustre.
Con o sin Keira, un par de las batallas podrían ser memorables sin la autocensura del productor, que se delata ante la evidente incoherencia entre una estética tan siniestra y oscura como la pergeñada por Slawomir Idziak, fotógrafo de Kieslowski y de Zanussi (nada menos que en «El factor constante»), para que luego en ninguna batalla campal ningún sajón, romano o glasto derrame una sola gota de sangre propia de aquellos combates cuerpo a cuerpo. Según Fuqua, el verdadero Arturo liberará su espada en el DVD con su versión de director.
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