8 de octubre 2001 - 00:00

Sarli: "Armando Bo ganó la batalla, pero no lo disfrutó"

Sarli en la ceremonia.
Sarli en la ceremonia.
"Si Armando Bo estuviera vivo, se daría cuenta de que finalmente terminó ganando su lucha interminable contra la censura, los críticos y el establishment... Yo estoy contenta, porque creo que se puede decir que esa lucha de toda su vida la ganó. Hoy se puede decir lo que uno quiere, y ya no hay censura, a nadie le cortan las películas, ni les hacen cambiar los títulos de un film, como nos hicieron a nosotros tantas veces".

Hace 20 años, el 8 de octubre de 1981, murió Armando Bo dejando atrás una filmografía en el cine argentino tan lapidada por la crítica ortodoxa y destrozada por la censura, como celebrada por millones de fans espectadores de todo el mundo, y por ejecutivos de grandes estudios como la Columbia Pictures que disfrutaron de sus constantes records de taquilla internacionales.

Dos décadas más tarde, el establishment local ya ha aceptado por completo un cine que se ha convertido en objeto de culto, no solo entre los círculos de adictos al cine erótico y la estética «kitsch», sino también en ámbitos culturales. La semana pasada, el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken inauguró una sala dedicada a Isabel Sarli: el ojo gigante de una cerradura permite que cada visitante observe imágenes de películas de Isabel Sarli y Armando Bo antes de recorrer una exhibición que incluye afiches internacionales, premios y trofeos, material publicitario de todo el mundo, fotografías y diseños realizados para la diva sexy por Paco Jamandreu.

Uno de los más llamativos es un cuadro que le obsequió la Columbia a Isabel Sarli alrededor de 1975: en orden alfabético aparecen algunos de los astros y estrellas contratados por el estudio en aquellos tiempos, por ejemplo Robert De Niro, Warren Beatty, Julie Christie, Isaac Hayes, Michael Caine, Charles Bronson, Terence Hill y Sir John Gielgud....y también Isabel Sarli.

«A Warren Beatty muchas veces me lo cruzaba en el salón, puesto a todo lujo, donde uno iba a cobrar las liquidaciones del estudio», recuerda risueña Sarli. Ahora el lujo es para el público argentino que puede ver por primera vez algunos fragmentos de una época que antes siempre tenía la banda negra de la censura. «De toda la muestra lo que más me gusta son los trajes de Paco Jamandreu» explica Sarli a este diario. «Son los diseños para «Fiebre», tenían unos bordados hermosos».

Junto a los impactantes vestidos de
Jamandreu hay unos sombreros con el sello típico del modisto de Eva Perón. Isabelita, la hija de Sarli de 20 años recién cumplidos, se pone colorada y niega con la cabeza cuando alguien le sugiere que podría haberse guardado alguno para lucirlo en la discoteca.

Como en la Argentina todo se olvida, a muchos visitantes de la noche inaugural de la muestra les llamó la atención los trofeos de la Columbia por records de la taquilla internacional de grandes éxitos como
«Furia Infernal». O el afiche de estreno de «Fire» («Fuego», en dos salas simultáneas de Nueva York, el Rialto East y el Rialto West).

«Las cosas las presté yo al Museo, y muchas piezas son del coleccionista Miguel Donedu. El tiene afiches de todos los países donde se estrenaron mis películas», comenta. El poster que in-vita a entrar en la sala es «Sex is the name of the game». Literalmente, «Sexo es el nombre del juego», traducción que tuvo «Intimidades de una cualquiera» para su estreno en Londres.

El título inglés lo eligió el distribuidor, que era el productor de las películas con las que se hizo famoso
Polanski, «Cul de Sac» y «Repulsión». La misma película, «Intimidades de una Cualquiera», fue una de las diez más taquilleras en Japón en el año de su estreno. Entre los premios está el Aguila Americana, un galardón de la prensa mexicana que solo recibieron dos artistas argentinos, Luis Sandrini e Isabel Sarli. «Y no lo pude ir a buscar en persona. Zulma Faiad estaba allá trabajando y le pedí que lo recibiera ella», recuerda.

Una charla con
Isabel Sarli puede incluir temas tan variados como el día que en el festival de Berlín Tita Merello piropeaba a Toshiro Mifune o cuando tuvo que rechazar un contrato por seis películas con Robert Aldrich, obviamente debido a su lealtad eterna con el hombre de su vida, Armando Bo. Y es justamente a este lugar donde siempre vuelve la conversación, a Bo, y a todo lo que cambió en estas dos décadas que pasaron desde su muerte.

«Todos los días veo cómo cambiaron las cosas y pienso en Armando», reflexiona Sarli. «Cómo luchó toda su vida contra la falta de libertad. Por eso estoy segura que hoy él se sentiría vencedor. Lástima que no lo haya podido disfrutar en vida. Con «Una Viuda Descocada» me dijo que estaba harto de que siempre le quisieran cortar sus películas al medio, y no iba a aceptar más presiones de la censura, que la mandaba tal cual y que no le importaba nada lo que pudiera pasar. Es que no era solamente cortes a las escenas de sexo, había cortes en diálogos que no tenían nada que ver con el erotismo, no se podía decir la palabra adulterio, y hasta nos cambiaban los títulos de las películas.Y a veces veo que una película como «Fuego», un escándalo en su momento, ahora se da en la televisión solamente prohibida para menores de 13 años, y entonces todo me parece una broma».

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