Patricia Cornwell «La mosca de la muerte» (Bs.As., Ediciones B., 2004, 431 págs.)
Tras dedicarle una minuciosa investigación al mítico asesino Jack el Destripador -en la que invirtió seis millones de dólares y que fue publicada bajo el título de «Retrato de un asesino»- Patricia Cornwell agrega ahora un nuevo capítulo a su exitosa serie de la doctora Kay Scarpetta.
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En este episodio la talentosa médica forense de 46 años ( dueña de una belleza singular y un temple de acero) se encuentra atravesando uno de los peores momentos de su carrera. La muerte de su amante, Benton Wesley y una injusta acusación destinada a manchar su buen nombre hacen que abandone la jefatura del Departamento Forense de Richmond (Virginia) para trabajar «free lance» en una apartada localidad de Florida. Pero un viejo enemigo, el horrendo asesino serial Jean-Baptiste Chandonne, al que todos llaman el hombre lobo por su abundante pilosidad y su voracidad carnicera, reclama su atención desde la cárcel de seguridad de Baton Rouge (Louisiana) donde está a punto de ser ejecutado. Mientras tanto, Jay, hermano del monstruo (tan psicópata como él, pero dotado de una belleza extraordinaria) asola la región matando mujeres. En «La mosca de la muerte», Cornwell recurre al estereotipo más conocido de asesino serial sin aportar mayores novedades al rubro, todo su interés está puesto en las andanzas de un grupo de polícias con sus problemas afectivos, frustraciones amorosas y conflictos familiares. Dentro de este esquema son las mujeres quienes ocupan un lugar preferencial en la novela con sus ansias de superación y su bravura.
Curiosamente hay muy poco sexo y en general está relacionado con los sádicos escarceos de los asesinos. Los cuerpos que más le interesan a esta autora son los de las víctimas y es allí donde sus descripciones se vuelven más minuciosas, apasionadas y didácticas, incluyendo detalles que revelan un profundo conocimiento sobre el tema y que aplicados a un riguroso método deductivo, le aportan a la trama un atractivo extra. «La mosca de la muerte» se lee con interés, a pesar de que en cada capítulo la acción cambia de lugar y de protagonista impidiendo que se genere (recién lo logra en las últimas páginas) el apropiado clima de suspenso y de horror que promete toda novela de crímenes. Patricia Espinosa
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