6 de septiembre 2001 - 00:00
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"Gran Hermano".
Más evidente se hace la diferencia de hábitos si se considera que los dos programas más vistos de Estados Unidos durante la última quincena de agosto fueron «Primetime Thursday» y «60 minutos», ambos de noticias. Y tanta es la repercusión de los ciclos de actualidad que la cadena norteamericana Telemundo anunció que extenderá sus informativos a los sábados y domingos.
Sin embargo, en España y en la Argentina los programas periodísticos y noticieros no asoman entre las preferencias del público. Más contrastes sobre gustos: «Gran hermano II» sigue resultando un fracaso en Estados Unidos (figura último en el ranking), marcando una nueva diferencia con la tendencia local (se ubica tercero) y con el fenómeno en España, donde ese reality sigue reportándole buenos números a la cadena Telecinco.
En tanto, en Estados Unidos el concurso «Quién quiere ser millonario», acapara el tercero, cuarto y quinto lugar de los más vistos, mientras que aquí el ciclo que conduce Julián Weich por «Canal 13» no termina de instalarse. Aparece recién en el puesto dieciocho, y peor suerte corre en España.
Con la ficción, surgen algunas coincidencias: probados éxitos como «Friends» y «Will & Grace», en Estados Unidos; «Periodistas» y «Ala...Dina», en España o «El sodero de mi vida» y «Provócame», en la Argentina, demuestran que funcionan las buenas historias. Sin embargo, el boom de los reality shows despertó en España el reclamo de actores y productores. Hasta se habló de estancamiento en la ficción española, mien-tras que en nuestro país la situación fue similar.
No sólo hubo tiras levantadas abruptamente («Ilusiones» o «Los médicos II», por ejemplo), sino también extensas demoras para emitir series listas para salir al aire («El hacker» o «Cuatro amigas»). Y aunque entre los más vistos figuren varios programas de ficción, no estimula que las latas recicladas o las series importadas como «Los Simpson» les ganen a algunas buenas tiras o unitarios locales.
Otra curiosidad, pero de corte sincrónico: en un artículo de antología, publicado en 1962 en la revista «Primera Plana» y titulado «Ratings: un teléfono, un cuaderno y el público reducido a números», se hace alusión a los sistemas de medición de rating con el método del cuadernillo. Dicho sea de paso, ese arcaico método no difiere en absoluto de la medición actual que realiza IBOPE en el interior del país, mientras en la Capital y el GBA se utilizan people-meters colocados en 810 hogares.
Hace cuatro décadas, los encuestadores de IPSA no sólo buscaban completar el ranking de los más vistos, sino que, además, interrogaban a los televidentes sobre sus impresiones en relación con la programación.
En ese momento, se registraron cuestiones tan vigentes como irresolutas: «Es conveniente que cualquier canal se imponga para el televisar en directo»; «¿Por qué en el comercial se repiten en off los nombres y direcciones que aparecen en la pantalla?, ¿será para beneficio de los televidentes analfabetos?»; «La televisión no es aprovechada o no se han dado cuenta aún de sus verdaderos alcances como instrumento de cultura».
¿Cuánto ha cambiado la televisión en cuarenta años? Ayer el país entero pudo ver el encuentro Argentina-Brasil sólo porque una orden de la Justicia instó a los propietarios de los derechos de televisación de los partidos del seleccionado a que el encuentro se emitiera en directo y en forma gratuita.
En cuanto al reclamo de una televisión con algún perfil cultural, desde hace más de cuatro décadas que se discute sobre lo mismo, pero la grilla sigue ofreciendo cámaras ocultas, debates triviales entre anónimos y fútbol antes que programas de esta ín-dole. Con este panorama, no sorprende que IBOPE sólo se dedique a registrar electrónicamente el encendido y no las críticas o sugerencias de los televidentes. Sí sorprende, en cambio, que el público argentino esté cerca de los gustos españoles, pero lejos de su prestigioso canal estatal (TVE), con el que se logra sistemáticamente tanto rating como calidad.
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