20 de septiembre 2007 - 00:00

Una disfrutable comedia alemana abre el apetito

JosefOstendorf, elchef excedidode peso quehace amistadcon una mujercasada,llamada,justamente,Edén.
Josef Ostendorf, el chef excedido de peso que hace amistad con una mujer casada, llamada, justamente, Edén.
«El sabor del Edén» (Eden, Alemania, 2006, habl. en alemán). Dir.: M. Hofmann; Int.: C. Roche, J. Ostendorf, D. Striesow, L. Sep, M. Rüdlinder, R. Wiesnekker.

Hace tiempo que no se estrena en Buenos Aires una comedia alemana. Siempre son dramas, muy buenos y hasta buenísimos, pero dramas. Bien, lo que ahora vemos también tiene algo dramático, al menos para el pato que aparece al comienzo, ya en proceso de embellecimiento culinario, el venado que cuelga a la espera de su gran momento postmortem, el perro de la vecina, que puede quedarse con las ganas, y el marido de la protagonista, que por tanto sufrir la duda de los cuernos se puede quedar pagando.

La historia habla de la amistad y el creciente afecto entre un cocinero gordo y una mujer casada, con un marido más joven y apuesto, pero menos dulce y atento, a quien el cocinero le cae realmente pesado. La amistad, al comienzo, es solo eso, pero un poquito interesada, también, por parte de la mujer, que espera mejorar su vida conyugal con la comida que hace el especialista.

Ella le cae de visita, sin traer siquiera un kilo de harina, se queda a comer, se siente a gusto, y supone que el marido podría sentirse después más que a gusto. Si no fuera que el tipo es un malhumorado a tiempo completo. Eso que tiene una mujer atendible, vive en un pueblito tranquilo rodeado de bosques, y trabaja fácil como instructor de bailes para veraneantes de la tercera edad. Hay gente que no aprecia lo que tiene.

Otro problema con la antedicha amistad, es que, según se sabe, uno siempre cocina «para alguien». Sobre todo si uno se siente medio solitario, timidón, anclado en algún momento de la infancia, y rodeado de especias, azúcares, animalitos sabrosos, y vecinas sonrientes (por lo menos la vecina que le interesa, porque la del perro es una vieja medio antipática y encima alcahueta, otro problema). En fin, no corresponde contar más. Despaciosa, sutil, de humorismo asordinado, inteligente, y también instructiva, con un actor, Josef Ostendorf, de ojitos tristones, pensadores, muy expresivos, y un elenco preciso, incluyendo una nenita discapacitada tan simpática que no parece tener problemas, «El sabor del Edén» (título original, «Eden», que es el nombre de la mujer) es una comedia distinta, y harto disfrutable. Eso si, despierta bastante el apetito.

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