La Fed reanudó el ciclo de recortes de tasas que había interrumpido a fines de 2024 a la espera de conocer las Trumponomics 2.0. La decisión no sorprendió a nadie. Cercenó la tasa overnight un cuarto de punto a 4,25%. Y para despejar dudas, rebajó también la hoja de ruta tentativa a diciembre en otro cuarto de punto. Si se cumple lo que sugiere la mediana del “mapa de puntos” oficial las tasas cerrarán 2025 en 3,75% y no en 4% como se esbozaba en las proyecciones de junio. Restan dos reuniones antes de las fiestas. Una quita de un cuarto de punto en cada una de ellas es el recorrido que descuentan los futuros en Chicago. La Fed no vislumbra una caída de la inflación (más bien un ascenso a 3%), pero no lo piensa como un obstáculo que desaconseje distender la política monetaria. Está dispuesta a usar así la mitad del campo de maniobra que la separaba del umbral de 3%, el mojón de lo que sería a su juicio un posicionamiento neutral.
La Fed y una baja de tasas generosa: la Bolsa festeja, pero los bonos quedaron picados
Powell aclaró que no hay decisiones que estén tomadas de antemano. Se adoptarán reunión a reunión. No hay recesión a la vista y la inflación en alza podría afilar las uñas. Ese es el talón de Aquiles que acusaron los bonos.
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La Bolsa sí es rápida para hacer las cuentas. ¿Recesión? ¿Dónde?
Los mercados, el miércoles, recibieron la noticia con gran algarabía. La Bolsa subió y la tasa de diez años se hundió fugazmente por debajo de 4%. Pero la reacción inicial duró muy poco. La conferencia de prensa posterior de Jerome Powell provocó una visible decepción. Las acciones pegaron la vuelta. La tasa larga rebotó a 4,07%, por encima de su nivel en la vigilia. ¿Qué pasó? Powell aclaró que no hay decisiones que estén tomadas de antemano. Se adoptarán reunión a reunión. Y será en función de lo que dicte la data a medida que se vaya develando. En ese sentido, la baja de tasas se resolvió en consideración a los riesgos de anemia que presenta hoy el mercado de trabajo, cuyo análisis en detalle fue el foco del cónclave.
“No es para nada obvio”, Powell dixit, establecer qué es lo que corresponde hacer. “Es una situación desafiante: los riesgos de inflación están sesgados al alza y los del empleo hacia la baja. Pueden pensar la decisión como un recorte basado en la administración de riesgos”. ¿Considera que un retoque de un cuarto de punto solucionará el problema? La respuesta sí es obvia: no hay cómo sostenerlo. Esa es la razón por la que el banco central arrió las tasas vigentes, pero también las que anticipa el “mapa de puntos”. Lo suyo fue un juego de pinzas, y no una única acción. Así, con la ayuda de las expectativas, Powell confía en que se logrará conjurar el peligro.
¿Qué decir de la divergencia entre los bonos largos y la Bolsa?
Jueves y viernes los mercados operaron con suerte dispar. Los bonos acusaron un golpe. La tasa de diez años cerró la semana en 4,14%, casi diez puntos base por encima de dónde había arrancado. La Bolsa, por su parte, digirió bien la explicación después de meditarla. Y el Dow Jones, el S&P500 y el Nasdaq ampliaron, todos ellos, su colección de récords. La novedad sobresaliente, sin embargo, provino de las acciones de compañías pequeñas. El furgón de cola del rally, el Russell 2000, superó por fin sus máximos de 2021, de cuando todavía regía la era de las tasas cero. Su participación es la evidencia que faltaba para confirmar la validez plena del mercado bull.
¿Qué decir de la divergencia entre los bonos largos y la Bolsa? La caída de las tasas largas precedió al recorte de la Fed y le allanó el camino. ¿Cuál es la lectura que cabe hacer ahora, una vez que el banco central poda las tasas y ellas no acompañan? ¿Hay margen para insistir con las rebajas del mapa de puntos? ¿O se expone la Fed a repetir la saga a contramano de 2024? El año pasado redujo 100 puntos base sus tasas y las tasas largas treparon 120. Si fuera así, ¿cuánto alivio significará para las penurias del mercado de trabajo? ¿No convendrá en ese caso activar el modo pausa y postergar las bajas para más adelante?
La Fed fue generosa. Señal inequívoca de que la suerte del mercado laboral le preocupa mucho. Pero, no tanto su estado de salud actual, como lo que enseña la experiencia histórica. Cuando el mercado de trabajo se debilita, puede luego deteriorarse con rapidez de manera exponencial. Si se repasan las proyecciones económicas aggiornadas se detecta el peso de la precaución. Y se entiende por qué la Bolsa no cancela sus festejos. En junio, la Fed preveía un crecimiento del PBI de 1,4% a fin de año. Ahora lo llevó a 1,6%. Y corrigió al alza también 2026 y 2027. De 1,6% a 1,8% y de 1,8% a 1,9%, respectivamente. Vale acotar: 1,8% es la tasa de crecimiento potencial, según la Fed. En otras palabras, la robustez de la economía no está en tela de juicio.
Desempleo e inflación, dos variables clave
La tasa de desempleo, hoy en 4,2%, subiría a 4,5% en diciembre. Como ya lo pensaba en junio. No varió. En Jackson Hole, Powell fue claro. El mercado de trabajo atraviesa una transición curiosa en la que tanto la demanda como la oferta laboral (por culpa de la política migratoria) se retraen. Una menor creación de puestos de trabajo no es sinónimo, pues, de un desequilibrio creciente. No lo es si la tasa de desocupación permanece estable o disminuye. La Fed en junio estimaba una tasa constante en 4,5% hasta fines de 2026 y una merma a 4,4% al terminar 2027. Esa proyección también mejoró: el 4,4% se alcanzaría en 2026, para bajar a 4,3% al año siguiente y regresar a 4,2% (su valor actual, que es considerado el umbral de pleno empleo) a fines de 2028.
¿Y qué decir de la inflación esperada? No registrará cambios en 2025. La Fed ya descontaba en junio una suba a 3% (y a 3,1%, la versión núcleo) por culpa del aumento de aranceles. Para 2026 y 2027 prevé un reflujo a 2,6% (en junio era 2,4%) y 2,1%, respectivamente. Alcanzar la meta de 2% quedaría para 2028. Por lo visto, no urge la prisa.
La Bolsa sí es rápida para hacer las cuentas. ¿Recesión? ¿Dónde? La economía no se debilita, sus perspectivas repuntan levemente, y la Fed le baja las tasas. El problema a prevenir anida específicamente en el mercado de trabajo mientras la Bolsa vive de la retribución al capital. Y además apuesta a un boom de la inteligencia artificial que explica, en parte, ciertas penurias localizadas de la demanda laboral. Bingo. La baja de tasas es prevención, una póliza de seguro, no la respuesta a un accidente consumado. Neel Kashkari, de la Fed de Minneapolis, explicó que, en principio, apoya la idea de gatillar dos bajas más en lo que resta del año para estabilizar el mercado de trabajo. No obstante, si la demanda laboral recuperase sus bríos, o si la inflación se saliera de cauce, la Fed puede activar el modo pausa. Está claro que el balance de riesgos también incluye a la inflación. Y de complicarse más allá de los pensado, eventualmente, el banco central podría dar marcha atrás y subir la tasa. No hay recesión a la vista y la inflación en alza podría afilar las uñas. Ese es el talón de Aquiles que acusaron los bonos.
Una reunión poco notable
¿Qué decir, por último, de una reunión de la Fed que contó, por primera vez, con la participación directa de un enviado del presidente Trump? Stephen Miran, su principal consejero económico, hoy en uso de licencia, juró una hora antes de iniciarse el cónclave. Nos preguntábamos la semana pasada: ¿Debutará pidiendo una baja de tasas de medio punto o no se tomará esa licencia? La decisión hubiera sido unánime si Miran no elegía darse, precisamente, esa licencia. En el mapa de puntos, que es anónimo, la opinión de Miran es fácil de identificar. Nadie más que él aboga por llevar las tasas tan abajo tan de prisa. Sumirlas a 3% en diciembre le parece apropiado. El suyo, a decir verdad, fue un doble disenso. Con sus colegas, pero también con el presidente Trump, quien posteó tras el cónclave que las quiere ver en cero lo antes posible.
“Lo notable de esta reunión fue lo poco notable que resultó”, la sintetizó Kashkari. Pero se debe consignar que Miran se comportó como el Llanero Solitario y no como el líder de una gavilla en formación. Los gobernadores Chris Waller y Michelle Bowman, también nombrados por Trump, quienes fueron los disidentes de julio, no compraron su libreto ni saltaron a su órbita. La idea de una Fed independiente se preserva intacta. Su credibilidad no se astilló, a pesar del troyano y aunque el asedio presidencial -que ya llevó a la Gobernadora Lisa Cook a defenderse ante la Corte Suprema- no se tome descanso.
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