Llegaron casi al mismo tiempo que Roberto Guevara, pero tenían todos los trámites arreglados y el salvoconducto para ese espectáculo de elegidos. Hace doce días, tres oficiales de la Policía Federal Argentina aterrizaron, en un avión de la Marina, sobre las pistas de un pueblo en vertiginoso crecimiento: Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
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Un experto en escopometría, Esteban Rolzhauser, y dos en dactiloscopia, Nicolás Pellicari y Juan Carlos Delgado, investigaron en secreto y durante cuatro días la identidad del comandante Ramón, un guerrillero que después de fatigosos exámenes -basados sobre escasas evidencias- también se convirtió, para ellos tres, en el médico Ernesto Guevara, oriundo de Rosario de Santa Fe.
En Buenos Aires no se publicó el informe de los peritos, pues se trataba de una colaboración del gobierno argentino con el de La Paz. Esto es su resumen:
La pericia de Pellicari y Delgado se efectuó sobre las dos manos cercenadas del cadáver (el presidente Barrientos había declarado que sólo fueron amputados los pulgares), extraídas de "un recipiente cilíndrico de metal cerrado" lleno de formol. "El tejido papilar, por razones de la larga acción del formol, presentaba arrugas profundas en la región correspondiente a los pulpejos, circunstancia tal que dificultó el entintado y posterior obtención de calcos. No dando resultado favorable los procedimientos técnicos aconsejables en estos casos, se procedió a la obtención de las impresiones digitales en hojas de polietileno y en algunos casos en trozos de látex." Practicado el cotejo con la fotocopia de la ficha dactilar correspondiente a la cédula de identidad 3524272, emitida por la Policía Federal a nombre de Ernesto Guevara, y de acuerdo con los postulados del Sistema Vucetich, los peritos hallaron una total similitud.
Aún menos material de cotejo pudo utilizar Rolzhauser, a quien las autoridades bolivianas entregaron una agenda de 20 por 14,5 centímetros, con cubierta de polietileno color borravino y la fecha 1967 grabada en bajo relieve en la tapa, amén de un sello en el reverso de la carátula, color rojo, que dice: "Carl Klippel - Kaiserstrasse 75 - Frankfurt a. M"; y una carpeta "con tapa de plástico marrón con la inscripción 'Elba 66509', que contiene 44 fojas de manuscritos". El experto apenas disponía de fotocopias de firmas de Ernesto Guevara, y de estas cuatro palabras: "Guatemala, Panamá, Chile y Colombia", procedentes de solicitudes de documentación policial.
No obstante, Rolzhauser descubre entre los elementos proporcionados por el gobierno bolivano y los que él trajo de la Argentina, "una significativa regularidad escritural, estructura, cultura gráfica y existencia de formaciones características, que autorizan a establecer una relación de coincidencia y similitud de detalles, es decir, que las escrituras de los cuadernos presentados reproducen las mismas características gráficas de las obrantes halladas en el prontuario de Ernesto Guevara".
Las autoridades bolivianas se apresuraron a divulgar los resultados del examen argentino, mientras en Buenos Aires se multiplicaban las especulaciones. Por fin, en la noche del martes pasado, los tres inspectores (a quienes en Bolivia secundaron el agregado naval, capitán de navío Carlos Meyer; el secretario Jorge Cremone y el cónsul adjunto Migue1 Storpello), acompañados por el ministro del Interior y el jef e de la Policía Federal, entrevistaron a Onganía en la Casa Rosada. Según se cree, completaron un informe que el Presidente ya había conocido el sábado anterior.
Fue todo cuanto hizo el gobierno respecto de un argentino muerto (o asesinado) en un país extranjero. Parece demasiado poco.
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