20 de julio 2006 - 00:00
En los últimos 8 años mataron a 362 policías
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El pico máximo de muertes en los años analizados se ubica en 2002, cuando el número de policías asesinados ascendió a 90, 45 federales y 45 bonaerenses, lo que implicó 7,5 policías muertos por mes.
En el año 2003 se produce el primer descenso en este indicador desde 1999, y se registran 62 efectivos policiales muertos en actividad, de los cuales 39 pertenecían a la Policía Bonaerense y 23 a la Federal, con una relación de 5,2 policías muertos por mes.
En 2004 cayeron 18 policías en actividad de ambas fuerzas -5 pertenecían a la Federal y 13 a la Bonaerense-, con una relación de 1,5 efectivo muerto en la lucha contra la delincuencia por mes.
A lo largo de 2005, fueron abatidos por la delincuencia 6 efectivos de la Federal y 6 de la Bonaerense en actividad, lo que implica uno por mes, siendo la más baja relación desde 1999, y confirmando la tendencia al descensoen este indicador. En lo que va de 2006, con 9 efectivos caídos -4 de la Federal y 5 de la Bonaerense- tuvo lugar una relación de 1,5 policía abatido por mes, confirmando la baja frecuencia de los dos últimos años.
Según los expertos consultados por Ambito Financiero, estos indicadores tienen una clara lectura: la tendencia a la aceleración del delito de fines de la década de los 90 hasta el año 2002 concuerda con un marcado deterioro de la imagen de la política en el seno de la sociedad.
Precisamente es en 2003 cuando se reduce la cantidad de policías muertos, lo cual viene a significar que esa disminución está asociada a una renovada expectativa de la gente en la capacidad del campo de la política para mejorar el nivel de vida de los argentinos.
Sin embargo, el informe de Nueva Mayoría considera que el bajo nivel de efectivos caídos respecto del período 1999-2003 no obedece a una disminución del delito, como lo muestran diversos indicadores y en especial la percepción de la opinión pública.
Sostiene que los policías caen en acto de servicio, al intervenir estando fuera de servicio (en situación de franco) frente a delitos que se cometen o al defenderse al ser víctimas de un hecho delictivo.
«En este contexto, la reducción de los policías caídos sin que ello derive de un sustancial descenso en el delito, estaría mostrando que ha disminuido sensiblemente la disposición a intervenir de los efectivos arriesgando la vida por parte del personal policial, al no contar con el respaldo necesario».
Lo cierto es que la criminalidad ya no distingue pertenencias sociales. Los estudios demuestran que hay una relación cada vez más estrecha entre la delincuencia común y el crimen organizado, teniendo a las drogas y al narcotráfico como epicentro de la problemática. Grandes estructuras internacionales generan organizaciones locales de distribución y éstas -a su vez, profundizan problemas de dependencia -, en particular, en la población juvenil. Este patrón de operaciones está universalmente difundido.
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