22 de agosto 2024 - 19:00

Los perros pueden oler el estrés humano: cómo les afecta

Científicos afirman que el olor del estrés humano impacta el comportamiento de los perros. Conocé los detalles.

Según los investigadores, este es el primer estudio en examinar si los perros interpretan los olores de estrés como positivos o negativos. Las conclusiones del estudio subrayan la importancia de considerar el entorno olfativo en el manejo de perros que viven y trabajan en entornos de alto estrés humano.

Según los investigadores, este es el primer estudio en examinar si los perros interpretan los olores de estrés como positivos o negativos. Las conclusiones del estudio subrayan la importancia de considerar el entorno olfativo en el manejo de perros que viven y trabajan en entornos de alto estrés humano.

Un estudio realizado por la Universidad de Bristol y publicado en Scientific Reports determinó que los perros reaccionan al olor de las personas estresadas y que este aroma posee efectos concretos en su estado emocional, su percepción de las recompensas y su capacidad de aprendizaje. Los animales desarrollan conductas negativas ante la percepción olfativa de personas tensas pero frente a la ausencia de ese aroma, su comportamiento es “optimista”.

La capacidad de los perros de detectar el estrés y los cambios que esto produce en su comportamiento es algo bastante evidente para muchos dueños de mascotas. Lo cierto es que ahora este conocimiento intuitivo tiene sustento científico: los perros experimentan un contagio emocional a causa del olor del estrés humano, lo que los lleva a tomar decisiones más “pesimistas”, según determinaron desde la Universidad de Bristol luego de realizar una prueba.

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Por qué los perros se vuelven "pesimistas" ante el estrés humano

El estudio sobre el estrés y los perros empleó una prueba denominada de “optimismo o pesimismo en animales”, a la que sometieron a 18 parejas de perros y dueños. En primera instancia, se entrenó a los perros para que identificaran dos ubicaciones: una con un recipiente siempre lleno de comida y otra con un recipiente siempre vacío. Tras aprender las ubicaciones, los perros tendían a acercarse al lugar donde estaba el recipiente con alimento.

En una segunda etapa, se introdujo un tercer recipiente en una ubicación “ambigua”, entre el siempre lleno y el siempre vacío, asociado en algunos casos a olores provocados por estrés y en otros a situaciones relajadas. Los resultados mostraron que el olor a estrés hacía que los perros se acercaran lentamente al lugar ambiguo, mientras que ante el olor relajado, no dudaban en investigar qué contenía el recipiente.

El estudio concluyó que “el olor a estrés provocaba un aumento de las expectativas negativas en los perros respecto a la presencia de comida en el recipiente”. Los investigadores destacaron que, aunque los dueños de perros conocen la sintonía emocional de sus mascotas, este estudio demuestra que incluso el olor de un humano estresado y desconocido afecta el estado emocional del perro, su percepción de recompensas y su capacidad de aprendizaje.

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