El Papa pidió por una "reconciliación genuina y duradera entre cristianos y judíos"
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El Papa pidió que "Dios envíe su paz a la Tierra Santa, a todo Cercano Oriente y a toda la humanidad".
El diálogo entre cristianos y judíos, que ya ha avanzado mucho, puede contribuir a fomentar la valoración de las ideas religiosas y éticas, señaló Benedicto XVI, quien antes de acudir al encuentro con los grandes rabinos se había reunido con el Gran Mufti de Jerusalén y había rezado junto al Muro de los Lamentos.
"Sin duda, la confianza es un elemento esencial para un diálogo efectivo", agregó el Papa, al insistir en que la Iglesia católica está comprometida de forma irreversible con las reformas acordadas durante el Concilio Vaticano II (1962-65).
En su visita al Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado del judaísmo, Benedicto permaneció largo rato rezando en silencio. Siguiendo la tradición judía, el Papa introdujo en un agujero del muro un papelito con una oración en la que pide a Dios que "envíe su paz a la Tierra Santa, a todo Cercano Oriente y a toda la humanidad".
En tanto, el discurso pronunciado por Benedicto en Yad Vashem causó decepción en muchos israelíes, que esperaban palabras más claras del Papa alemán en el monumento a los seis millones de judíos europeos asesinados por la Alemania nazi.
En contraste con lo que esperaban muchos judíos, Benedicto no se refirió expresamente al papel que desempeñó la Iglesia católica en el exterminio judío.
"Se perdió una oportunidad histórica", lamentó en declaraciones a una radio pública Israel Lau, ex gran rabino de Israel y superviviente del Holocausto. Lau, actual presidente del consejo de Yad Vashem, criticó el hecho de que el Pontífice no hubiese mencionado a los
seis millones de víctimas judías.
A diferencia de Juan Pablo II, Benedicto no empleó la palabra "asesinados", sino que habló de "matados", se quejó Lau, para resaltar acto seguido que los asesinos no fueron llamados por su nombre en la alocución.
A diferencia de su antecesor Juan Pablo II, que fue recibido con entusiasmo en Israel y manifestó una calidez humana auténtica, Benedicto irradia una especie de control de sí, rayano con la gelidez, opina el catedrático Zegev.
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