25 de junio 2007 - 00:00

Europa salvó su cumbre, pero no su Constitución

Bruselas - A las 4.23 del sábado llegó la fumata blanca en forma de SMS desde dentro de la sala de la séptima planta («la 80ª», según la peculiar jerga europea) del Justus Lipsius, donde los líderes de los Veintisiete negociaban desde hace dos días. «Ya hay acuerdo», dice el mensaje. La Unión Europea (UE) logra el pacto que lleva intentando cerrar desde hace dos años y debate desde hace siete para un nuevo Tratado, una especie de Constitución diluida y afeada. Sobre las cinco de la madrugada, la canciller Angela Merkel aparece, recién peinada y maquillada, en la foto triunfal que se espera de ella.

«Si no hubiéramos conseguido esto hoy, la situación sería desastrosa», asegura en la rueda de prensa al alba hasta el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, hablando sobre un proyecto cuya « belleza» cuestiona y que no se parece al compromiso por Europa de la Constitución.

El resultado práctico son 13 folios, discutidos con ferocidad hasta el último pie de página, con un mandato detallado para escribir en una Conferencia Intergubernamental (CIG) un Tratado de reforma, que se planea aprobar en octubre y debería entrar en vigor en 2009, al menos en su mayor parte.

Mientras Merkel y Barroso se congratulan, algún exhausto diplomático comenta que los gobiernos intentarán cambiar detalles en la CIG y que no se puede dar por descontado que se vaya a ratificar en los 27 Estados miembros. El texto supone la reducción del número de comisarios («ministros»), de 27 a 18, y de europarlamentarios, de 785 a 750, la creación de un ministro de Exteriores, bautizado Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Defensa -el puesto de Javier Solana reforzado con dinero-, la elección de un presidente permanente o el reconocimiento de la personalidad jurídica de la Unión.

  • Medio camino

    Pero la gran reforma de la UE queda, como es habitual, a medio camino, porque también da más poder a los parlamentos nacionales, permite limitar las competencias de la Comisión, minimiza la Carta de Derechos Fundamentales y deja colgado el voto por doble mayoría (55% de los Estados con 65% de población) hasta dentro de 10 años. En la esperada noche, Tony Blair se despide de una década como primer ministro sin el regalo habitual de los colegas, pero logra que buena parte del mandato se dedique a las excepciones británicas, desde su opción a salirse (opt-out) de las decisiones de Justicia e Interior hasta las largas notas a pie de página sobre cómo no aplicará la Carta de Derechos. Sin embargo, cuando Merkel ya confía en anunciar un compromiso a última hora del viernes, una llamada desde Varsovia trunca el acuerdo. Es del gemelo malo, Jaroslaw Kaczynski, primer ministro y más duro que su hermano, el presidente, elegido para negociar en Bruselas. La conciliadora canciller empieza a perder la paciencia.

    El presidente francés, hiperactivo y deseoso de acaparar atención en la cumbre, se encierra en un cuartito y se turna al teléfono con Blair para convencer a Jaroslaw, mientras su hermano espera en la puerta. Merkel anuncia que aprobará la Conferencia Intergubernamental por mayoría simple, es decir, sin Polonia, hasta que la insistencia de Sarko, las concesiones y algún despiste de madrugada convencen a los gemelos, que dicen sí porque el nuevo sistema entrará totalmente en vigor sólo en 2017, ganan eurodiputados, una cláusula de solidaridad energética y capacidad de bloqueo extra si temen por sus intereses nacionales.

    La canciller piensa que ya tiene su pacto, cuando el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, y el saliente belga, Guy Verhofstadt, se enzarzan en una guerra de insultos sobre el poder atribuido, gracias a Holanda, a los parlamentos nacionales para bloquear la legislación europea. «Ridículo» es lo más suave que se intercambian. Incluso Sarkozy se queja de que dos «payasos» del Benelux estén bloqueando el acuerdo a las 4.00 por un debate muy personal. Los puntos clave del nuevo tratado:   

  • Desconstitucionalización. Pierde el nombre de Constitución, los símbolos de la UE y su carácter de Tratado que sustituya a todos los anteriores.   

  • Dos nuevas instituciones. Se crea la oficina del Alto Representante para la Política Exterior y de Defensa, que presida las reuniones de los 27 y dirija la diplomacia, y la presidencia permanente, con mandato de dos años y medio.  

  • Más control de los parlamentos nacionales. Refuerza su poder cuando se trate de parar iniciativas de la Comisión.   

  • Doble mayoría. En las votaciones por mayoría, decidirán 55% de los países con 65% de la población.   

  • Menos vetos. En Justicia e Interior habrá menos votaciones por unanimidad y se podrá salir de las decisiones comunes.   

  • Carta de Derechos Fundamentales. Será vinculante, con la excepción de Reino Unido y Polonia.
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