28 de septiembre 2022 - 12:10

Elecciones en Brasil: se debilita el arraigo de Bolsonaro en el voto evangélico

La polarización política en el país se trasladó a ese credo, donde proliferan iglesias progresistas que atraen a los jóvenes, más sensibles a las ideas de su rival, Lula da Silva.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, durante una marcha por Jesús.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, durante una marcha por Jesús.

Foto: Reuters

Cuando Ariel Nery cambió los bancos de su mega iglesia evangélica conservadora por los cojines en el suelo y las hamacas de la iglesia progresista Igreja Mangue hace cuatro años, la reacción de su familia a menudo la dejaba llorando los domingos por la noche.

Por la misma razón, la joven de 25 años evita conversar con sus padres, partidarios incondicionales del presidente de Brasil, el ultraconservador Jair Bolsonaro, sobre sus planes de votar el domingo por su rival izquierdista, el exmandatario Lula da Silva. "Tengo miedo porque no quiero arruinar mi relación con mi familia", dijo.

No es, ni mucho menos, la única cristiana evangélica en Brasil que debe lidiar con este delicado asunto. Aunque Bolsonaro y sus aliados han trabajado para transformar las iglesias evangélicas del país en el cimiento de su base política, la campaña de este año ha mostrado los límites de esa estrategia electoral.

Después de que el ultraconservador ganara el voto evangélico por dos a uno en 2018, muchos evangélicos -sobre todo las mujeres más pobres- están sopesando votar a Lula da Silva, cuyo legado de generosos programas sociales apela con fuerza a los votantes menos pudientes de Brasil.

Hasta hace unos meses, ambos estaban empatados entre los votantes evangélicos, según la encuestadora Datafolha. Pese a que Bolsonaro ha recortado la ventaja de Lula en el fragor de la campaña, le ha costado superar el 50% del voto evangélico en los últimos estudios.

Lula da Silva y una alianza con las iglesias progresistas

Buscando reforzar el "tímido" voto de Lula entre los evangélicos, el Partido de los Trabajadores (PT) se está asociando con pastores de izquierda como Paulo Marcelo Schallenberger, cuyos sermones pretenden contrarrestar la "demonización" del partido en los círculos evangélicos.

"Recibimos un gran número de personas en la iglesia que van a votar por Lula, pero no lo admiten porque si lo hacen, serán perseguidos por sus iglesias y expulsados", dijo Schallenberger a Reuters, reflexionando sobre su propia experiencia de ser condenado al ostracismo por sus colegas por su política.

De hecho, muchas de las iglesias evangélicas de Brasil y sus pastores de alto perfil han abrazado a Jair Bolsonaro, que defiende las estructuras familiares tradicionales, promete luchar contra el derecho al aborto y tacha a sus rivales de "demonios" comunistas en una retórica al estilo de la Guerra Fría.

El presidente ha salpicado su agenda pública con actos casi diarios junto a líderes religiosos. Su campaña ha creado un papel prominente para su tercera esposa, Michelle, que lleva su fe cristiana evangélica con orgullo en la campaña.

No obstante, para muchos cristianos evangélicos, la encendida retórica partidista de los pastores conservadores los está alejando de las mega iglesias tradicionales y de sus poderosos pastores.

Elecciones en Brasil voto evangélico

Hacia una iglesia evangélica diversa

La polarización política contribuye a que cerca del 20% de los brasileños evangélicos se declaren "sin iglesia" en el último censo, según Rodolfo Capler, pastor baptista e investigador de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo.

A medida que la población evangélica crece con rapidez -del 20% de Brasil en 2010 a aproximadamente el 30% en la actualidad, en camino de superar a la actual mayoría católica en cerca de una década- también se está volviendo más diversa, dijo Capler.

"Las iglesias independientes están abriendo un camino para las nuevas generaciones. Están creando entornos más libres en los que la gente puede expresar sus pensamientos, sexualidades y creencias políticas", afirmó.

Mientras los feligreses rezan estoicamente en los bancos de la Assembleia de Deus de Recife, la escena al otro lado del río Capibaribe, en la Igreja Mangue, cuenta una historia diferente: adultos jóvenes comparten sus historias de vida durante el culto mientras un pastor descalzo y en camiseta se sienta entre ellos.

"Es un refugio donde puedo ser yo mismo entre tanta gente diferente, entendiendo que el reino de Dios no es uniformidad, sino diversidad en la unidad", dice Nery.

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