14 de noviembre 2019 - 00:00

Piñera se queda sólo en su plan de reformar la Constitución chilena

Renovación Nacional se inclina por respaldar la convocatoria a una asamblea en vez de que la modificación quede en manos del Congreso. La conservadora UDI exige el fin de la violencia para siquiera analizar la propuesta.

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Santiago - La realización de una Asamblea Constituyente en Chile para reemplazar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet se consolida como la gran apuesta de la oposición y grupos sociales para descomprimir la crisis en Chile, en detrimentro del plan anunciado por el presidente Sebastián Piñera quien desea que sean los legisladores actuales los encargados de redactar el nuevo texto.

Al cabo de una de las jornadas más violentas desde el inicio de las protestas el 18 de octubre, la noche del martes, el presidente Sebastián Piñera ratificó su propuesta para cambiar la Constitución que se mantuvo en 30 años de democracia, en los que ningún proyectó prosperó para reemplazarla.

En un mensaje en el palacio de gobierno, el mandatario de derecha aseguró que el cambio se haría dentro del marco de la “institucionalidad democrática, pero con una clara y efectiva participación ciudadana, y con un plebiscito ratificatorio”.

Pero no mencionó la realización de una Asamblea Constituyente, como pide la oposición y agrupaciones gremiales. Incluso, esa opción había sido descartada en la víspera por la vocera oficial, Karla Rubilar. La propuesta del gobierno es un Congreso Constituyente.

Esa opción “se aleja de la demanda popular por participación y deliberación”, dijeron en una declaración 14 partidos de la oposición, entre ellos el Partido Socialista, el Comunista, Radical y la Democracia Cristiana, además de la izquierda radical agrupada en el Frente Amplio.

La llamada Mesa Social, que reúne a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), gremios de la salud pública y empleados fiscales, y que el martes llamó a una huelga general y a una marcha que convocó a 80.000 personas en Santiago, le dio un “ultimátum” al Gobierno, con una amenaza de paro indefinido si no acepta convocar a una Asamblea.

La propuesta de Piñera tampoco lograba consenso en su coalición política. El expartido del mandatario, Renovación Nacional, apoya un “itinerario constitucional que deje conforme a todos”, y pide “flexibilizar posiciones”.

Pero la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido más grande de la coalición, afirmó que no estaba disponible a “negociar” mientras no ceda la violencia.

En una declaración a medios durante la noche del marte, el presidente anunció que pedirá que se juzgue por la ley de seguridad de Estado a quienes “incitaron, promovido, fomentado o participado en la comisión de los graves delitos” durante las protestas en su contra.

Ayer, el peso chileno se depreció 1,5% hasta las 794,97 unidades por dólar en el mercado cambiario, registrando su mínimo histórico al cierre. Un día antes, la moneda local había terminado la jornada en 783 pesos por dólar.

Aprobada en 1980, en un cuestionado plebiscito, la Constitución fue considerada un traje a la medida para que el régimen de Pinochet y los sectores conservadores pudieran mantener su poder, incluso más allá del fin de la dictadura en 1990. Hoy es señalada como el origen de las inequidades y la distancia de la clase política con la sociedad.

Su ideólogo, Jaime Guzmán, asesinado por un comando de izquierda en 1991, instauró quorums altísimos para cualquier modificación de fondo de la carta magna. Además, previó una serie de “enclaves autoritarios”, como senadores designados y la imposibilidad de remover a los jefes de las fuerzas armadas, que recién en 2005 fueron eliminados de la carta fundamental tras un gran acuerdo político.

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