El gobierno de Estados Unidos intensificó su presión militar sobre Venezuela y expuso al régimen de Nicolás Maduro a su mayor crisis en más de una década, mientras China y Rusia, sus aliados más influyentes, respondieron sin acciones concretas y limitaron su postura a declaraciones diplomáticas que revelan un evidente repliegue de su apoyo tradicional.
Por qué China y Rusia le dan la espalda a Nicolás Maduro y Venezuela en su peor crisis frente a EEUU
En la escalada entre Caracas y Washington, las dos potencias que históricamente respaldaron a Maduro evitaron comprometerse y solo hicieron llamados generales a la calma.
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China y Rusia solo hicieron llamados a la calma y evitaron comprometer apoyo real a Maduro.
Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, consolidó vínculos estratégicos con Pekín y Moscú para contrarrestar la influencia de Estados Unidos y promover un escenario multipolar. Esa relación fue decisiva en 2019, cuando ambas potencias defendieron la legitimidad de Maduro frente al reconocimiento internacional de Juan Guaidó como presidente interino.
China y Rusia incluso lo sostuvieron con asistencia económica y militar. Sin embargo, la crisis actual muestra un panorama diametralmente distinto. Desde septiembre, el gobierno de Donald Trump desplegó unos 15.000 soldados y más del 20% de la capacidad combativa de la Armada estadounidense en aguas del Caribe, lo que Maduro considera un intento de derrocarlo. Pero esta vez, sus aliados históricos no reaccionaron como antes.
Fernando Reyes Matta, director del Centro de Estudios sobre China de la Universidad Andrés Bello, sintetizó el momento: “Le queda poco tiempo. Los respaldos que tuvo en el pasado ya no están allí en términos reales, más allá de ciertas declaraciones retóricas”, dijo a BBC Mundo.
Consultas, pedidos y respuestas limitadas
Documentos obtenidos por The Washington Post revelaron que Maduro solicitó a finales de octubre asistencia militar tanto a China como a Rusia, incluyendo reparación de aviones Sukhoi, mejora de sistemas de radar y el envío de misiles.
Ante el informe, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, evitó confirmaciones y solo aseguró que Moscú mantiene “contacto constante” con Caracas. En tanto, la vocera rusa María Zajárova declaró su “firme apoyo a las autoridades venezolanas en la defensa de la soberanía nacional” y advirtió que “una agresión directa agravará la situación en lugar de resolver los problemas”.
El 7 de diciembre, la agencia Tass difundió las palabras del viceministro Sergey Ryabkov, quien afirmó que Rusia se mantiene “hombro con hombro” con Venezuela: “Expresamos nuestra solidaridad con Venezuela… Apoyamos a Venezuela, como ella nos apoya, en muchos ámbitos”, sostuvo.
Pese a estos gestos, nada se acerca al despliegue de 2018, cuando Moscú envió dos bombarderos Tupolev 160 con capacidad nuclear y más de 100 militares en un apoyo explícito al régimen.
Las prioridades cambiaron
Según Reyes Matta, ni China ni Rusia consideran hoy a Venezuela un eje central de su agenda internacional. Moscú atraviesa los costos políticos y económicos de la guerra en Ucrania, mientras China intenta estabilizar sus lazos con Estados Unidos tras una tregua arancelaria entre Xi Jinping y Donald Trump.
Vladimir Rouvinski, director del Laboratorio PoInt de la Universidad Icesi, interpreta que arriesgar apoyo a Maduro no ofrece beneficios estratégicos: “Ni Rusia va a arriesgarse a recibir más sanciones de las que ya tiene ni China va a arriesgarse a que le impongan más aranceles por defender a Maduro”, afirmó.
Incluso los millonarios préstamos chinos (que entre 2005 y 2016 sumaron entre u$s50.000 y u$s60.000 millones y posicionaron a Venezuela como receptor privilegiado) se redujeron drásticamente ante el deterioro económico y petrolero del país. Hoy Pekín se focaliza en recuperar lo prestado y no en financiar nuevos proyectos.
Rouvinski advierte además que China busca no comprometer su relación con un eventual gobierno de transición en Venezuela: “Apoyar demasiado a Maduro ahora podría traerle consecuencias negativas cuando el régimen caiga”, explicó.
La crisis política interna también pesa
La elección presidencial venezolana del año pasado, marcada por denuncias de fraude y por la ausencia de datos desglosados del Consejo Nacional Electoral, profundizó el aislamiento del gobierno. La oposición, liderada por María Corina Machado, difundió actas que mostraban como ganador al candidato Edmundo González.
Ese deterioro interno no pasó desapercibido para Moscú y Pekín. “Yo no creo que ninguno de los dos países esté dispuesto a apoyar a un régimen que cuenta con tan poco respaldo interno”, agregó Reyes Matta.
Maduro, cada vez más solo
Para Rouvinski, la situación es clara: “Esta vez, Maduro está completamente solo”. Aunque China y Rusia mantienen su rechazo a la intervención estadounidense, no están dispuestas a involucrarse militarmente ni a comprometer recursos como en crisis anteriores.
El futuro inmediato del mandatario dependerá, en gran medida, de su propia capacidad de resistencia y de cuánto avance Donald Trump en su ofensiva, que incluye acusarlo de liderar el Cartel de los Soles, designado recientemente como organización terrorista.
La distancia de China y Rusia refleja que, por primera vez en años, Maduro enfrenta una crisis sin el sostén de las potencias que antes actuaron como su principal escudo internacional.








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