12 de mayo 2008 - 00:00

Una caída del Papa reforzó los temores sobre su salud

El papa Benedicto XVI es asistido tras sufrir una caída durante una misa en el Vaticano. El hecho generó inquietud, aunque el Pontífice de 81 años pudo continuar con sus actividades.
El papa Benedicto XVI es asistido tras sufrir una caída durante una misa en el Vaticano. El hecho generó inquietud, aunque el Pontífice de 81 años pudo continuar con sus actividades.
Ciudad del Vaticano (ANSA, AFP, EFE) - El papa Benedicto XVI tropezó ayer durante la misa de Pentecostés en San Pedro, pero se volvió a poner de pie de inmediato, ayudado por personal del ceremonial, sin sufrir consecuencia alguna. El incidente, que duró pocos segundos y se produjo al inicio de la misa ayer a la mañana en una abarrotada Basílica vaticana, reactualizó los temores sobre la salud del Pontífice.

El padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa vaticana, definió la caída como «un pequeñísimo incidente sin consecuencia alguna».

«Como todos los presentes pudieron ver, el Santo Padre, después de haber incensado el altar, al inicio de la celebración, tropezó con el peldaño de la pequeña tarima sobre la que estaba apoyada su silla», explicó. «Estuvo en el suelo no más de algún segundo, fue ayudado a levantarse por el personal del ceremonial, a continuación llegó a su sitio e inició la misa normalmente», agregó Lombardi.

Según el director de la Sala de Prensa, se trató de un episodio muy breve, hasta el punto de que no suscitó ninguna reacción entre los miles de fieles presentes. «Cualquier persona en su sano juicio se dio cuenta de que no había nada de qué preocuparse», concluyó Lombardi.

El Papa mantuvo el cuerpo erguido al caer y no tuvo dificultad alguna para cumplir a continuación todos los numerosos compromisos previstos durante la jornada festiva. Al concluir la celebración en la Basílica de San Pedro, fue después a su estudio, desde cuya ventana pronunció, como todos los domingos, su discurso.

  • Llamado

    Ante los miles de fieles congregados en la plaza vaticana, Benedicto XVI lanzó un llamado, no previsto por el protocolo, por la paz en el Líbano, exhortando a las partes a abandonar la lógica de la «contraposición agresiva» que lleva al país « hacia lo irreparable».

    «Exhorto a los libaneses a abandonar esta lógica de contraposición agresiva que está llevando su querido país hacia lo irreparable», clamó el Pontífice.

    Añadió haber seguido «con profunda preocupación» en los últimos días la situación en el Líbano, «donde, a la parálisis de la iniciativa política siguió, primero, la violencia verbal, y después, los enfrentamientos armados, con numerosos muertos y heridos».

    «El diálogo, la mutua comprensión y la búsqueda del razonable compromiso son la única vía que puede devolver al Líbano sus instituciones y a la población la seguridad necesaria para una vida diaria digna y rica de esperanza en el mañana», remarcó.

    Antes de pronunciar estas palabras del discurso de Regina Coeli, el Pontífice bromeó sobre el mal funcionamiento de un micrófono, que se había bloqueado. Una vez reparado por los técnicos, Benedicto XVI comenzó risueño: « Finalmente tenemos voz».

    A fines de abril, luego del viaje del Papa a Estados Unidos, el diario conservador francés «Le Figaro» dedicó un artículo a la salud de Benedicto XVI, de 81 años, en el cual destacó la reducción de sus compromisos y el cansancio que demostró durante esa gira.

  • Sucesión

    «Le Figaro», cercano a la Iglesia, escribió en esa nota, titulada «La salud del Papa alimenta ya voces sobre la sucesión», que en los últimos tiempos Joseph Ratzinger aparecía fatigado, que había reducido sus compromisos y que el Vaticano prestaba atención especial a su estado físico.

    Según ese medio, Benedicto XVI «sube y baja las escaleras, es aún ágil, pero tiene la edad de sus arterias y, no es un secreto para nadie, su corazón es frágil».

    En esa oportunidad, el 26 de abril pasado, el Vaticano negó las especulaciones de «Le Figaro», y Lombardi invitó a no dramatizar el caso.

    «Que el Papa, cuando viste los hábitos pontificios, deba mirar dónde coloca los pies, es una cosa que todo sacerdote del mundo sabe, pues con la talar (hábito que llega hasta los talones) todos prestan atención dónde ponen los pies para no enredarse.»
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