12 de febrero 2004 - 00:00

Bush, miope, no ve economía que viene

En el manejo cotidiano, muchas veces los líderes políticos, incluso los de más ampliavisión, pueden perder la perspectiva y no tomar conocimiento de lo que está por venir. En estos casos, ni siquiera se esbozan las acciones y se pierden las oportunidades de poder anticiparse a los acontecimientos.

Si eso ocurre con casi todos, ¿qué podemos decir de los líderes que viven bajo las fuertes presiones de los acontecimientos locales o de los momentos que las circunstancias de la política obligan que las miradas se dirijan a lo inmediato, como acontece en los períodos electorales?

Por ejemplo, cuando en la última comparecencia importante en público de George W. Bush, en el discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso, hizo balance de la labor realizada por su administración y de las perspectivas que tiene su gobierno, demuestra que incluso el líder de la mayor potencia actual puede ser miope a la hora de percibir los grandes problemas del futuro.

Ninguna palabra sobre las cuestiones ecológicas. Preocupante silencio con respecto a los temas del bienestar colectivo más allá de las fronteras. Y, principalmente, un mutismo inquietante sobre las posibles dificultades económicas de su país.

No dijo nada sobre el déficit presupuestario, que se acerca a 5% del PBI; calló sobre el déficit de cuenta corriente, que imita las astronómicas cifras del déficit fiscal; no tuvo una sola palabra de advertencia ni indicó ningún camino para evitar que un buen día los mercados -¡siempre los mercados!- empiecen a cobrar el precio de tamaño desajuste. Y cobrarlo parece probable.

Como ya muchos consideran que la devaluación del dólar y el hambre de los mercados asiáticos por los bonos del Tesoro de EE.UU. mantienen un equilibrio inestable, pronto correrá la manada especulativa.
Ese pronto es imprevisible. Pero no hay duda de que surgirá en un momento dado.

Bush habló con el corazón y la mente puestos en las elecciones. Se sintió victorioso en la guerra contra Irak. Animó a su pueblo a la resistencia y al combate contra el terrorismo, que es el nuevo chivo expiatorio de todo. Alabó su reforma al sistema de salud. Se sintió vocero de los valores universales de la democracia, intolerante a toda forma de fundamentalismo menos a la propia.

• Autoconsagración

Los balances anuales acostumbran ser momentos de autoconsagración, incluso en Brasil, como se vio todavía hace poco. Yo mismo sé cuánto me dolió, a inicios de setiembre de 1998, en plena campaña electoral, tener que avisar que recurriríamos al Fondo Monetario Internacional y que tendríamos que apretarnos el cinturón por la austeridad fiscal. Tragué saliva e hice la advertencia, temeroso de tener que actuar todavía más duramente tras las elecciones y ser acusado por ello de hacer manipulaciones electoralistas por no haber alertado al país. Aun dando el margen debido a los presidentes que se enfrentan a unas elecciones, e incluso a los que, estando en el ejercicio del cargo, se ven en la contingencia de mantener encendida la llama de sus seguidores que cantan loas a sí mismos, quien no está en esa situación tiene el deber de contrariar el optimismo de oficio, haciendo las ponderaciones pertinentes. Se están repitiendo las señales de alarma sobre la necesidad de un ajuste futuro en los mercados mundiales. Pues en cuanto el dólar pierde va lor, los asiáticos financian el déficit estadounidense comprando títulos del Tesoro. Incluso hay señales de recuperación de la economía de Estados Unidos. ¿Hasta cuándo? Hasta que muchos empiecen a percibir que, o bien la Reserva Federal aumenta las tasas de interés para mantener atractivos los bonos, o se corre el riesgo de una interrupción brusca del financiamiento de los desequilibrios estadounidenses. O, aún peor, hasta que la guerra de las divisasperturbe la tranquilidad de los mercados. Ahí sí que ya conocemos bien la historia.

Ojalá que eso no suceda. Ojalá que Bush sea incluso milagroso, que los chinos hayan descubierto la poción maravillosa del crecimiento continuo y ninguna nueva crisis nos tome por sorpresa. Pero de que es mejor mirar de frente, para percibir con mayor claridad lo que puede suceder y evitar sorpresas, no hay duda.

(*) Ex preisdente de Brasil.

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