Bush, miope, no ve economía que viene
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Como ya muchos consideran que la devaluación del dólar y el hambre de los mercados asiáticos por los bonos del Tesoro de EE.UU. mantienen un equilibrio inestable, pronto correrá la manada especulativa. Ese pronto es imprevisible. Pero no hay duda de que surgirá en un momento dado.
Bush habló con el corazón y la mente puestos en las elecciones. Se sintió victorioso en la guerra contra Irak. Animó a su pueblo a la resistencia y al combate contra el terrorismo, que es el nuevo chivo expiatorio de todo. Alabó su reforma al sistema de salud. Se sintió vocero de los valores universales de la democracia, intolerante a toda forma de fundamentalismo menos a la propia.
• Autoconsagración
Los balances anuales acostumbran ser momentos de autoconsagración, incluso en Brasil, como se vio todavía hace poco. Yo mismo sé cuánto me dolió, a inicios de setiembre de 1998, en plena campaña electoral, tener que avisar que recurriríamos al Fondo Monetario Internacional y que tendríamos que apretarnos el cinturón por la austeridad fiscal. Tragué saliva e hice la advertencia, temeroso de tener que actuar todavía más duramente tras las elecciones y ser acusado por ello de hacer manipulaciones electoralistas por no haber alertado al país. Aun dando el margen debido a los presidentes que se enfrentan a unas elecciones, e incluso a los que, estando en el ejercicio del cargo, se ven en la contingencia de mantener encendida la llama de sus seguidores que cantan loas a sí mismos, quien no está en esa situación tiene el deber de contrariar el optimismo de oficio, haciendo las ponderaciones pertinentes. Se están repitiendo las señales de alarma sobre la necesidad de un ajuste futuro en los mercados mundiales. Pues en cuanto el dólar pierde va lor, los asiáticos financian el déficit estadounidense comprando títulos del Tesoro. Incluso hay señales de recuperación de la economía de Estados Unidos. ¿Hasta cuándo? Hasta que muchos empiecen a percibir que, o bien la Reserva Federal aumenta las tasas de interés para mantener atractivos los bonos, o se corre el riesgo de una interrupción brusca del financiamiento de los desequilibrios estadounidenses. O, aún peor, hasta que la guerra de las divisasperturbe la tranquilidad de los mercados. Ahí sí que ya conocemos bien la historia.
Ojalá que eso no suceda. Ojalá que Bush sea incluso milagroso, que los chinos hayan descubierto la poción maravillosa del crecimiento continuo y ninguna nueva crisis nos tome por sorpresa. Pero de que es mejor mirar de frente, para percibir con mayor claridad lo que puede suceder y evitar sorpresas, no hay duda.
(*) Ex preisdente de Brasil.
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