14 de octubre 2019 - 00:01

¿Quiere el mundo trabajadores argentinos?

Crece la intención de migrar a otros países en busca de oportunidades. Es una tendencia, pero no masiva. Pero ¿el mundo nos recibirá?

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Foto: Pixabay

Una de las consecuencias más notorias post-PASO para el mercado laboral fue la irrupción del renovado deseo por irse a trabajar a otro país. Esta aspiración no necesariamente implica una directa y correspondiente demanda (global) por mano de obra argentina. Pero sí el claro y manifiesto interés por buscar oportunidades de empleo por fuera de los límites geográficos de nuestro país.

En los últimos cuatro años Uruguay (la opción más cercana geográfica y culturalmente) registró 50.000 pedidos de residencias. Aproximadamente el 50% de ellas correspondieron a ciudadanos venezolanos y recién luego, con un 15%, se ubicaron argentinos y brasileros.

En paralelo, una de las principales consultoras de recursos humanos de Uruguay recibió en lo que va del año 2019 un 10% más de postulaciones de candidatos argentinos a vacantes en el país oriental. Este mismo indicador, marcó, para 2018 vs 2017, un más relevante 35% de crecimiento. Empero, las postulaciones acumuladas de argentinos en 2019 aún son la mitad de las que eran en el año 2013 (último gobierno de Cristina Kirchner). Síntesis, se confirma la tendencia pero aún no tiene carácter de migración masiva.

Cierto es que mundialmente el profesional argentino tiene su prestigio. Más allá de sus cualificaciones técnicas, se valoran de él sus competencias y habilidades. Es decir, los hábitos y las formas de hacer las cosas. ¿Cuáles? Su altísima flexibilidad, su capacidad de adaptarse a entornos inciertos, su habilidad para tomar decisiones en contextos ambiguos, su liderazgo, adaptabilidad, tolerancia a la presión y su compromiso con el trabajo. Cualidades derivadas de sobrevivir a nuestro día a día.

Está claro que la aventura de irse a trabajar a otro país depende de un par de variables no menores. En primer lugar, la edad y composición familiar de la persona es determinante. No es lo mismo un joven que recién acaba sus estudios secundarios o universitarios que alguien con ya diez años de trayectoria laboral, pareja e hijos. Los riesgos y necesidades son bien disímiles e implican riesgos distintos.

Luego, y descontando que quien desea trabajar en otro país lo hará de manera legal, los que disponen de alguna doble ciudadanía seguramente partan varias posiciones adelante que otros. De no tenerla, entonces será necesario algún tipo de permiso o VISA de trabajo, bajo las condiciones y obligaciones del país de destino. Las cuales serán más laxas o estrictas según el caso.

Latinoamérica ofrece hoy una política migratoria más flexible que Europa. Chile (con hoy 88.000 ciudadanos argentinos, mayormente en posiciones de liderazgo), Perú, Colombia o mismo Brasil, abren las puertas con relativa sencillez y velocidad.

En el viejo continente (Francia, España, Alemania, Reino Unido, por caso), los cupos visables son generalmente otorgados a aquellos que demuestran condiciones diferenciales. Una muy alta especialización técnica no disponible en el país de destino (hoy en día, por ejemplo, muy en auge todas las tecnológicas y digitales), una sólida formación universitaria o la aplicación a una maestría o postgrado.

Así y todo, también la tendrán más fácil aquellos “sponsoreados” por una compañía. Es decir, los que ya trabajando en una empresa son traslados a otro país bajo el esquema de turno (ya sea expatriación –práctica que globalmente está en caída-, traslado o asignación temporaria); pues es la misma organización la responsable de gestionar los permisos y (no menor) ayudar económica y logísticamente con el traslado.

Está claro entonces que las ganas por irse a trabajar a otro país no bastan por sí solas para transformarlas en realidad. Las mejores oportunidades las tendrán aquellos que globalmente son escasos (perfiles de Tecnología y especialistas en Oil & Gas) y/o están mejor formados y preparados. El mundo sigue priorizando en primer lugar el talento local; sólo cuando éste no existe, abre las puertas al mundo. Ahí está la oportunidad.

(*) General Manager de GhidiniRodil

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