22 de septiembre 2008 - 00:00

"Un país con 30% de inflación no genera confianza"

Carlos Zarazaga
Carlos Zarazaga
El economista de la Reserva Federal de Dallas, Carlos Zarazaga, cree que las intervenciones que el gobierno de Estados Unidos encaró ante la crisis financiera fueron acertadas. «Obviamente, no se pueden comprar todas las compañías, pero algún tipo de intervención general va a haber. Será muy compleja porque nadie sabe bien con qué estamos lidiando», dijo en diálogo con Ambito Financiero desde sus oficinas en Estados Unidos.

Sobre la Argentina, opinó que el impacto será ahora positivo porque minimiza la incertidumbre de los inversores. Pero que los problemas domésticos siguen perjudicando a la economía. «Un país que tiene 30% de inflación ya no inspira confianza. En un mundo moderno, tener 30% de inflación descalifica», aseguró.

Aquí, lo destacado del diálogo.

Periodista: ¿Esperaba que la crisis financiera en Estados Unidos se desarrollara en la magnitud actual?

Carlos Zarazaga: Es muy previsible cuando hay crisis de información que suceda lo que hoy vemos. Ilustro la situación con el refrán de «me vendieron gato por liebre». Si uno compra liebre en una feria, cuando llega a su casa en realidad era un gato y no se fijó en qué puesto lo compró: entonces pierde confianza en toda la feria. Por un solo puesto que vende gatos, la feria pierde credibilidad y colapsa. Para salvarla, se empiezan a comprar todas las libres de un puesto que vende gatos, pero resulta que los gatos empiezan a aparecer en todos los puestos. Acá sucede algo similar. Surge la crisis en todos lados, hasta en una compañía de seguros, un lugar inesperado que nosotros no regulamos. El problema está claramente extendido y la única manera es, volviendo a la metáfora de la feria, retirar todos los animales del mercado.

P.: ¿Se puede extender esa medida al mercado financiero?

C.Z.: Es lo que se está haciendo. Se están discutiendo las medidas ya que hablamos de magnitudes galácticas. Obviamente, no se pueden comprar todas las compañías, pero algúntipo de intervención generalizada va a haber. Va a ser muy compleja porque nadie sabe muy bien con qué estamos lidiando.

  • Secuencias

    P.: ¿Puede el Estado hacerse-cargo de todas las compañías en crisis?

    C.Z.: Las medidas van a ser secuenciales dentro de un proceso bastante caótico y desordenado porque no hay mucha experiencia en lidiar con una crisis de esta magnitud. Estamos lidiando con mercados que son varias veces el producto bruto de Estados Unidos. No es una cuestión provincial, de unos milloncitos de dólares. El mercado que movía AIG era 200 veces el tamaño de la economía argentina. Es una cifra aterradora. No hay ningún gobierno del mundo que pueda enfrentarla. Hay tantos ceros, que no se pueden hacer las cuentas. Las medidas que se tomarán seguro tendrán un alcance suficiente para limpiar el mercado, para que la gente vuelva a tener confianza en el sistema.

    P.: ¿Cuáles son las consecuencias más próximas de estas intervenciones?

    C.Z.: Se va a evitar una gran depresión, ya que estábamos muy cerca de una implosión de los mercados financieros. Pero el sistema financiero, específicamente el de Estados Unidos, va a quedar muy convaleciente. No será fácil recuperar la normalidad y va a quedar todo mucho más regulado. Va a haber una repercusión en el crecimiento de Estados Unidos, con lo que estará más cerca de 1 que de 2% en los próximos cinco años. La experiencia mundial indica que cada vez que los gobiernos hacen este tipo de intervenciones masivas cuesta entre 5 y 15% del PBI. Una cifra nada despreciable.

    P.: Esta crisis financiera se da justo en momentos de elecciones en Estados Unidos.

    C.Z.: Sí, pero éste es un país ordenado. A ningún candidato le conviene llegar al gobierno con una economía que está en las últimas. Por supuesto, puede ser utilizado con propósitos electorales, pero los dos candidatos van a cooperar para que esto salga adelante. De hecho, la maniobra que se hizo de generar expectativas de que la situación se iba a solucionar puso a los legisladores en una situación en la que ahora tienen que hacer algo porque si no, se derrumba todo, colapsa.

    P.: Con las nuevas medidas, ¿cambia el impacto en la Argentina?

    C.Z.: Creo que ahora la Argentina se va a beneficiar porque hasta ahora el impacto era marginal. Había un retiro de fondos por el pánico, que, a medida que se desactive, traerá calma en los mercados emergentes. Creo que entonces, todas las economías emergentes se benefician con la menor incertidumbre. Estaba pasando que los fondos de inversión tenían que liquidar sus posiciones más riesgosas, y la Argentina todavía lamentablemente está en la categoría de «timba».

  • Complicado

    P.: ¿Y en el largo plazo?

    C.Z.:
    Ahí es más complicado porque Estados Unidos va a enfrentar tiempos no muy prósperos, y eso se trasladará un poco a la economía mundial. Aun así, creo que los problemas internacionales no van a cobrar más magnitud de la que tuvieron hasta ahora. Ya la Argentina tiene bastante con los problemas domésticos.

    P.: ¿Cuál cree que es el problema más grande hoy para el gobierno?

    C.Z.: Básicamente, un país sin estadísticas confiables está condenado al ostracismo.

    Nadie va a querer invertir en un país en el que no se sabe cuál es la inflación. Y en estos tiempos en los que va a haber cada vez más demanda de transparencia, dado los golpes que han recibido los inversores, cualquier señal de que se estén distorsionando los indicadores va a ser muy negativa. La gente va a huir despavorida de los lugares en donde no haya transparencia en la información.

    P.: ¿Cómo se recibió en Estados Unidos el anuncio de pago al Club de París?

    C.Z.: Se lo está preguntando a un banquero central y en estos organismos nos ponemos nerviosos cuando nos tocan las reservas. En tiempos tan tumultuosos como éste, en los que a los banqueros centrales nos gustaría tener más reservas de las que tenemos, la manera de pagar que se anunció no parece la adecuada, y la oportunidad tampoco. El tema es que, además, no resuelve problemas en el futuro. El conflicto que plantean los inversores extranjeros no es la deuda pasada, aunque también lo sea, el tema es cómo dan los números hacia el futuro. Con pagar esa deuda, obviamente van a estar muy contentos, pero no es garantía de que vayan a volver. Lo que quieren evitar a toda costa es quedar endeudados con el país de nuevo.

    P.: ¿Qué lo hace dudar de la solidez de las cuentas fiscales?

    C.Z.: Que han aumentado mucho el gasto y la inflación. Si me dicen que el superávit aumentó 30%, pero la inflación creció lo mismo, en términos reales el superávit no aumentó. Supongo que los sueldos de los empleados estatales en algún momento hay que aumentarlos, entre otras cosas. El tema es que un país que tiene 30% de inflación es un país que ya no inspira confianza. En un mundo moderno, tener 30% de inflación descalifica. Hay alguna válvula ahí que está fallando y es serio, no es un dato menor.

    Entrevista de Florencia Lendoiro
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