Felipe Solá volverá a negarlo como lo hizo, una y otra vez, en los últimos meses. Pero con su consentimiento y con particular empuje desde que Roberto Lavagna apareció en escena, el gobernador deja circular la versión de que habría un atajo para volver a ser candidato en 2007.
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El viernes pasado, este diario anticipó las líneas centrales de la maniobra reeleccionista y mencionó al operador público de la operación Solá 2007: el vicejefe del Gabinete bonaerense, el piquetero y líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico.
-El mejor candidato es Felipe Solá. Es el único que puede lograr el apoyo de todos los sectores -le dijo el funcionario a este diario.
-Pero se lo prohíbe la Constitución -se le refutó.
-Podría haber una interpretación de la Corte de Justicia. Hay antecedentes -clausuró la charla Pérsico sin precisiones ni detalles sobre los supuestos precedentes.
Es cierto: aunque el gobernador lo niega en público, en La Plata hubo sondeos respecto de la posibilidad de un tercer mandato de Solá y, para ser rigurosos, la mayoría de las respuestas fueron negativas. No existirían chances serias para que ese proyecto pueda avanzar.
Incluso, entre los principales operadores del felipismo, la alternativa jurídica sobre una segunda reelección de Solá es considerada imposible. Dos ministros, consultados por este diario, prácticamente descartaron que se pueda avanzar en esa dirección.
De todos modos, entre los que impulsan el plan reeleccionista, citan tres opciones:
La interpretación judicial de lo que establece la Constitución provincial que apunta a sostener que el primer mandato de Solá, el que inició como vice de Carlos Ruckauf, no debería computarse.
La enmienda constitucional que implicaría votar en el Parlamento un retoque de la carta magna provincial, que luego debe ser refrendada vía plebiscito. Para eso se necesitan dos tercios de los votos cuando el FpV no tiene, ni siquiera, mayoría cómoda en el Parlamento.
Una reforma constitucional que, a esta altura, parece definitivamente improbable por los plazos que requiere y la cercanía de la elección. Esto sin computar su complicación política.
¿Por qué, entonces, Solá deja que sus voceros jugueteen con la alternativa de una segunda reelección? La respuesta es sencilla: es una táctica, predecible, para impedir todo lo posible el escurrimiento del poder que afecta a quienes carecen de chances de ser reelectos y en una de esas encontrar el atajo para lograrlo.
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