Chacho y el mito del eterno retorno
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Hay que detenerse en este ítem. Cada vez que la abordan, Garré responde que está «muy ocupada» como ministra y no tiene tiempo de especular con candidaturas. Tampoco nadie le escuchó un no rotundo sobre los rumores de una postulación para jefa de Gobierno.
Todo se explica: Kirchner prohíbe hablar de candidaturas, pero no le desagrada que suenen múltiples opciones para la Capital, sobre todo si provienendel centroizquierda como Garré, para no quedar encorsetado en la que hoy parece la única alternativa: Daniel Scioli.
El mismo argumento hace circular el nombre de Chacho que se apuró a decir que «en este momento» no tiene interés en ser postulante. ¿Butacas en danza?: en 2007, además de jefe de Gobierno, Capital tendrá otras dos boletas: senadores y diputados nacionales.
Para ocupar alguno de esos casilleros con rumbo al Congreso podría asomar el ex vice en la medida que remonte las encuestas, que aún le recriminan su renuncia en octubre de 2001 y no quede enchastrado por una nunca descartada ruptura del Mercosur.
¿Evalúa Kirchner de verdad la opción Chacho o es una fantasía palaciega? ¿Cree que puede producir el milagro de restablecer el romance que alguna vez existió entre el ex vice y la opinión pública? Abundan quimeras y ficciones en el laboratorio electoral de la Casa Rosada.
Por lo pronto, el FG se deshizo de Ibarra. O viceversa. Es que hace unos 20 días, la Mesa del Frente Grande intervino la franquicia porteña del partido que controlaba el ex jefe de Gobierno, con la excusa de que éste anunció la creación de otro partido.
Fue Raúl Fernández, ex jefe de Gabinete de Ibarra, quien tentó al ex fiscal para que se aparte de su partido histórico -al cual, a decir verdad, jamás le dio demasiada atención- y se aventure en la gestación de un nuevo sello electoral (ver nota aparte).
Se despejó de ese modo el lento, casi disimulado, retorno de los históricos contertulios de Chacho al FG porteño, aproximación que operó el 25 de mayo cuando Ricardo Mitre se colocó detrás de la bandera del Frente Grande que estuvo en «la plaza del sí».
De ese primer anillo de cercanías y amistades, a la que desde Cuba se acopla Darío Alessandro, se incentiva el regreso de Chacho a las papeleras electorales.
Debajo de la hojarasca hay otro objetivo: que el FG -que tiene estructura en 14 provincias- se convierta en una de los pilares orgánicos del Frente para la Victoria como partido y herramienta electoral, en línea con las elucubraciones de Carlos Zannini.
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