Furia oficial: Cristina no pudo superar voto a Filmus de junio
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Y el porteño es así, como no le gusta a Kirchner y como Fernández descubre hoy; lo asegura la contundencia de los guarismos que reflejan el voto en los últimos años. A Raúl Alfonsín lo consagraron con el porcentaje más alto del país en el 83 (64,3% contra 24% de Cristina de Kirchner, anteayer). Después votaron a Angeloz (45,2%) cuando ganó Carlos Menem, en 1989 y seis años más tarde se inclinaron por Bordón-Alvarez, cuando se consagró otra vez Menem.
El votante de la Capital Federal vota en contra de lo que llama «el interior», desde su puesto «vidriera» en la geografía política.
En 2003 los vecinos de la Capital Federal le dieron más de 25% de los votos a Ricardo López Murphy, quien así salió primero en el distrito donde el domingo pasado le adhirió apenas 3,95%, toda una marca para ese candidato que quedó detrás de Pino Solanas con menos de 2% en el escrutinio general. Pero en esos comicios presidenciales de 2003, Kirchner se llevó 19,43% de la Capital Federal, sólo algo menos que el total que le dio el país, que por entonces consagró nuevamente a Menem.
Después, en 2005, los porteños le mostraron a Kirchner cuánto rechazan la liturgia peronista en los actos y mucho menos que les digan como cierre de campaña: «Les quiero pedir a los capitalinos...: tengan memoria y así como durante tantos años votaron incondicionalmente a De la Rúa, votaron a Menem, votaron a Erman González, votaron a Olivera y que tantos años de confianza le dieron a esta gente, yo les pido de corazón que no voten a los descendientes de ellos y que nos den una oportunidad a aquellos que necesitamos seguir llevando la Argentina adelante para transformarla y cambiarla». Fue en octubre de 2005, en el club Argentinos Juniors de La Paternal, pidiendo votos para que Rafael Bielsa se consagre diputado nacional, y el gobierno, en su primera elección tras la presidencial, acumule adhesiones. Bielsa salió tercero, detrás de Mauricio Macri y Elisa Carrió. Dos años antes, los porteños le habían dado la reelección a Aníbal Ibarra, quien en 2000 se consagró con casi 50% de los votos.
Voto estratégico le llaman algunos a ese cambio de gustos que no comprende hoy Alberto Fernández, para contraponerlo al «voto ideológico» de los que se dicen adherentes al progresismo que sobrevive en la Capital Federal, a pesar de Ibarra, o al de la izquierda que agoniza en el distrito.
En junio, Macri cosechó 60% en el ballottage, 45,76% en primera vuelta, y el domingo que pasó apenas puede arrogarse 12% que obtuvieron sus candidatos a diputados nacionales. De Macri, los porteños saltaron a Elisa Carrió.
En ese distrito «isla», el jefe de Gabinete no ha podido cumplir con la idea de postularse para su conducción, pero quiere insistir en dominar los campamentos kirchneristas transfiriéndole poder de candidato a un Filmus que no le ha demostrado que pueda superar la marca de la elección local y al que pretenderá postular en 2011 a jefe de la Capital Federal, como se lo ha dicho a su tropa días antes de la elección. Para entonces, quizá quiera volver también el destituido Ibarra, a quien amparó el oficialismo en 2003 y este año en las elecciones locales con la certeza de que «nosotros no supimos generar un candidato que reúna los votos del Ibarra». Por eso, la pelea por la conquista del voto capitalino empieza ahora para el oficialismo con una parada en 2009, donde Ibarra quiere lograr su propia reivindicación, quizás -o no- al amparo de Cristina Fernández.
Los porteños, de consagrar a Aníbal Ibarra en 2000 como jefe de Gobierno (casi 50% de votos), pasaron a elegir a López Murphy y después nuevamente a Macri, y finalmente, a Carrió.
Para Alberto Fernández, «es difícil pensar que la Ciudad de Buenos Aires no recuerde que cuando llegamos al gobierno en la Capital 80% de los locales estaba vacío y que hoy no se consigue un kiosco por menos de 100 mil dólares».
«Ese crecimiento que demostró la Ciudad precisamente ha beneficiado más a esos sectores, pero eso no ha sido tenido en cuenta, han ponderado otras cosas», concluyó el funcionario.
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