Giro: la UCR, arrepentida ahora de apoyar a Duhalde
-
Axel Kicillof: "Estamos frente a la estafa electoral más inmensa que hubo en Argentina"
-
Pichetto consideró "saludable" ver "aristas de autocrítica" en Cristina Kirchner
Pero el faltazo de Storani le quitó peso político al encuentro y provocó broncas en los dirigentes de provincias que buscaban pegarles a los radicales bonaerenses. A pesar de la mufa que circula entre las filas partidarias, la UCR consiguió reunir a más de 300 dirigentes de todo el país. Pero cometiendo un típico error radical: sesionar a puertas cerradas. Fue el primer error de la convocatoria ya que sin cámaras ni micrófonos presentes nadie se esmeró mucho en definiciones y, en realidad, sólo se escuchó un informe de situación sobre cada provincia y un pobrísimo debate final sobre la participación del radicalismo en el gobierno de Duhalde y el futuro electoral.
Sí quedó claro que los dirigentes radicales del interior estaban decididos a dar pelea en la elección y no matar el partido. Pero Rozas destruyó ese clima cuando pidió la caducidad de mandatos del Comité Nacional. Aunque en realidad el tema no era nuevo. El jujeño Morales había pedido una interna completa de toda la UCR para establecer una nueva conducción, «porque la actual claramente no tiene interés de conducir», dijo.
Tanto fue así que la reunión debió durar dos días, pero a las dos horas de empezar, los organizadores se dieron cuenta de que el sábado no iba a volver nadie al encuentro.
Otro castigado del retiro espiritual fue Angel Rozas: planteó la necesidad de impulsar la caducidad de todos los mandatos partidarios y volver a elegir la estructura de conducción del Comité Nacional. Lo hizo en tan malos términos que muchos entendieron que hablaba de los mandatos de cargos electivos y terminaron atacando la idea.
Al final, Moreau y Horacio Pernasetti no le aceptaron una salida rápida de la conducción partidaria y le dijeron: «Hágase responsable del tiempo político que le tocó». Fue una prueba de las pocas ganas que existen en la UCR de discutir el «que se vayan todos».
• Crítica
Pero la mayor crítica que se le hizo a Rozas en el encuentro fue no articular una estrategia clara para encapsular los problemas del radicalismo de la provincia de Buenos Aires, de donde partió la alianza con Duhalde y buena parte de los problemas que tiene hoy el partido.
Frente a eso, los delegados del interior poco hablaron de la debacle partidaria sufrida con la caída del gobierno de Fernando de la Rúa y mucho menos expresaron ideas creativas en torno a las candidaturas presidenciales.
Sorprendió Iglesias, cuando hizo una suerte de reivindicación de López Murphy y los problemas que tuvo para implementar sus ideas en el gobierno de De la Rúa: «Ojalá en algún momento nos hubiéramos dedicado a escuchar a los correligionarios», dijo. Rozas no hizo demasiadas consideraciones sobre su propia candidatura y Rodolfo Terragno se limitó a decir sobre el tema: «Bueno, vamos a ver, yo hasta agosto voy a pensar si soy candidato». La imagen del encuentro era cordial, pero en las palabras sólo faltó que volaran las sillas, típico del estilo radical.
Dejá tu comentario