Solá, ante el fantasma del Odeón
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Formó parte -fue un pico, mejor dicho- de la puja entre renovadores y ortodoxos que, dos décadas después y salvando las diferencias, se reinstala a partir de las disidencias entre Felipe Solá y Eduardo Duhalde.
Los felipistas disfrutan trazando un paralelismo que emparda al ahora secretario del Mercosur con Herminio, imaginando que el destino los convertirá en los ganadores de la pulseada. Pero, en esa analogía ¿a quienes les tocará ser Menem y Cafiero?
• Especulación
Pero el riesgo de una batalla campal entre felipistas y duhaldistas, con un congreso del PJ como telón de fondo, es por ahora sólo fruto de la especulación. De hecho, hay muchos datos sueltos. Veamos:
• Duhalde ordenó convocar al congreso para el 29 de mayo pero, a pesar de que el ex presidente avisó que se hará «sí o sí», existen posturas que sugieren evitarlo o, al menos, no insistir con la amenaza de que se emitirá una condena por anticipado, echándolos por 5 años, a los que vayan por fuera del partido.
• Mientras decide si avanzar en esa dirección, Duhalde dejó la pelota del lado de Solá, que empezó a analizar cómo actuar ante esa maniobra. En rigor, la posición del gobernador es clara: propone ir por fuera del PJ y, por tanto, no teme (o lo considera un riesgo lógico) una posible expulsión que, por otro lado, tampoco lo alcanzaría si la sanción fuese para candidatos.
• Pero el dilema es para los jefe territoriales que valoran el control de los PJ distritales y que, en mayor o menor medida, no les agrada la posibilidad de ser desterrados del partido. Dos poderosos aliados de Solá, el intendentes de La Plata, Julio Alak; y de La Matanza, Alberto Balestrini, plantearon que, a priori, su decisión es concurrir al congreso partidario, a pesar de que esté plagado de rivales. Con la tradición de garrote y bofetones que tiene el PJ, ¿será posible una convivencia en paz entre felipistas y duhaldistas en un congreso?
• Nada está definido aún pero, por las dudas, Solá mandó a contar la cantidad de delegados con que cuenta. En total, el congreso tiene 900, mientras que el armado del gobernador, según quién haga el cálculo, tiene entre 180 y 300. Sea como fuere, parece imposible que logren mayor cantidad de voluntades que las que concentra el duhaldismo, que se atribuye un piso de 600 congresales propios.
• Pero más allá del número, una de las opciones que se manejan es, aún en minoría, asistir para proponer resoluciones que enreden a los duhaldistas. Si, por caso, un felipista manotea un micrófono y propone que el congreso proclame la candidatura de Cristina Fernández, ¿qué harán los delegados del ex presidente? Ante esa posibilidad, ¿el duhaldismo permitirá el acceso de los felipistas o, reeditando el Odeón, evitará el ingreso de disidentes? De ahí, a contar el resultado del congreso en heridos y contusos, sólo habrá un paso.
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