5 de octubre 2019 - 00:01

¿Qué puede hacer una empresa para cambiar el mundo?

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Foto: Cefis

Cada día que pasa leemos una nueva noticia sobre los efectos del cambio climático y las consecuencias que tiene en la vida de las personas. Expertos científicos, políticos, militantes y artistas comprometidos con la causa ambiental, remarcan la responsabilidad de la clase política y de las grandes corporaciones, poniendo en debate el tipo de desarrollo económico que llevamos adelante año tras año. Todo ese debate puede parecer superestructural, un problema ajeno a la vida cotidiana de quien lee estas líneas. Incluso para quienes son sensibles a estas problemáticas y ejercen una suerte de “responsabilidad ambiental” en su día a día, pueden creer que el aporte que hacen es insignificante y de bajo impacto. La mirada apocalíptica (¡pero real!) transmitida por el Panel de expertos de la ONU, las ONG y los referentes públicos, pueden darnos una idea de que nada de lo que hagamos las personas de a pie va a alcanzar.

Sin embargo, la solución es necesariamente colectiva y cultural. Empieza en casa, se multiplica en la escuela y toma fuerza en nuestros trabajos. La transición hacia un modelo de desarrollo sustentable, que proteja a las personas y al mundo en el que vamos a seguir viviendo, es un desafío de primer orden y muchas empresas están tomando cartas en este asunto.

¿Pero qué puede hacer una empresa para cambiar el mundo? Invertir en impacto. Todo emprendimiento, toda organización puede ser un agente de cambio cultural y reproductor de nuevos hábitos que protejan el ambiente.

Para hablar solo de un aspecto, podemos observar la cantidad de residuos que las medianas y grandes empresas producen en los centros urbanos y que no tiene otro destino que los rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto. Toneladas y toneladas de residuos que podrían transformarse en el recurso de un nuevo emprendimiento, si fueran tratados correctamente.

La gestión sustentable de los residuos es el punto de partida que cualquier empresa podría llevar adelante de manera eficiente, cumpliendo además las normativas mínimas de impacto ambiental responsable con las ciudades que las contienen. Comprometer y educar a todo los colaboradores en nuevos hábitos de separación del material que descartan todos los días, es promover prácticas que se inscriben para siempre en la vida de las personas. Saber que prácticamente todo se puede reciclar y reutilizar en nuevos proyectos es también cambiar nuestra forma de producir y consumir. La correcta gestión de residuos, reduce notablemente el impacto ambiental negativo de las empresas, ahorrando energía y agua en el proceso de reciclado, desalienta la tala de árboles y construye día a día una nueva economía en la que todos somos parte de un nuevo paradigma socio-ambiental.

En la nueva economía, las "inversiones de impacto" como estas, se realizan con la intención de generar un efecto positivo y transformador en la esfera social, ambiental y por supuesto también suponen un retorno financiero para su inversor. El crecimiento económico que promueve el nuevo paradigma, está necesariamente vinculado a la intención de afectar positivamente al mundo en el que vivimos y vivirán las próximas generaciones.

Si cada emprendimiento toma dimensión de la trascendencia de estas decisiones en el día a día de su desarrollo, el “efecto mariposa” multiplicador será afortunadamente inevitable.

* Abogada, especialista en Dirección y Gestión Ambiental y Co-fundadora de GEA Sustentable.

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